Se dice que los empresarios de éxito se hacen, no nacen, pero Guillermo Amtmann podría ser la excepción a esta regla. El más joven de siete hermanos, nació y se crió en Ciudad de México. A los 16 años empezó a trabajar a instancias de sus padres, quienes querían darle una lección sobre lo que era el trabajo duro. “Digamos que como estudiante no tenía un comportamiento ejemplar”, explica con una sonrisa.
Cuando era estudiante de secundaria, Guillermo pasaba las tardes con el equipo de mantenimiento de una pequeña empresa manufacturera, mientras dedicaba su tiempo libre a su pasión de entonces: jugar con coches de radiocontrol. Empleaba sus ahorros para pagarse su afición y comprar piezas de repuesto para los coches, que vendía a sus amigos para ganar algo de dinero extra.
Entonces, tuvo una idea: ¿por qué no importar los coches fabricados en Estados Unidos? Guillermo plasmó esta idea en la primera de sus muchas empresas, y se convirtió en el distribuidor exclusivo de la marca en México a la tierna edad de 17 años. Dirigió las operaciones de la empresa durante un par de años, hasta 1980, cuando empezó su carrera universitaria.
Primeros años en Estados Unidos
Guillermo pasó su primer año en Nueva York antes de trasladarse a la Universidad de St. Thomas en Houston para estudiar administración de empresas. A los dos años de comenzar la carrera, una crisis provocada por la deuda en México le hizo padecer las consecuencias económicas.
Para Guillermo, la devaluación del 50 % del peso frente al dólar y el estricto control de divisas supuso que sus padres no pudieran costear sus estudios en el extranjero. Para financiar la carrera, buscó trabajo en una tienda de ropa y entabló una estrecha relación con el propietario.
Un año más tarde, cuando todavía buscaba una fuente de ingresos adicional, su madre le propuso una idea. Se había percatado de lo popular que eran los objetos de vidrio mexicanos con soplado artesanal entre los turistas americanos: ¿por qué no exportarlos a Estados Unidos?
Crear un negocio y detectar nuevas oportunidades
“Mi madre tuvo una gran idea, pero yo no sabía por dónde empezar. Se lo comenté a mi jefe, que me acompañó en todo el proceso, desde la contratación de un intermediario hasta el establecimiento de una estrategia de precios”. Guillermo también necesitaba asegurarse la distribución, así que se apuntó a una feria comercial en Dallas. Desde su pequeño estand, mostró los objetos de vidrio en muebles mexicanos artesanales, que acababa de comprar para guardar las muestras en su garaje.
Los objetos de vidrio fueron un éxito, pero Guillermo se llevó una sorpresa. “¡Los muebles despertaron más interés que los vasos de agua, las jarras y los jarrones! El último día de la feria, otro expositor quiso comprarlos. Pensé: ¡esto es una oportunidad!”. Se puso en contacto con los fabricantes de muebles de México y, poco después, se convirtió en su distribuidor nacional, a la vez que vendía los objetos de vidrio como complemento.
El negocio de los muebles no dejó de crecer. Abrió cinco salas de exposición a nivel nacional y creó una red de distribución en los 50 estados. Asimismo, sirvió de aprendizaje para el recién licenciado: “Siempre estaba buscando oportunidades y ‘el siguiente pelotazo’. Importé entre 10 y 12 líneas más de productos de México, pero nada fue tan popular como los muebles y los objetos de vidrio. También es cierto que las ventas se me daban muy bien, pero no era tan bueno en la cadena de suministros. Finalmente, no pudimos mantener el ritmo de pedidos y empezamos a perder clientes”.
Ganar experiencia en México
Guillermo vendió el negocio, volvió a Ciudad de México y ocupó un nuevo cargo como director de operaciones de Y2K Solutions, asesorando y gestionando el cumplimiento del efecto 2000 en compañías de la lista Fortune 500. A este puesto le siguieron otros de alto nivel en una amplia gama de sectores, entre otros la fabricación de productos ligeros, la tecnología de la información, ingeniería, farmacéuticas, entretenimiento y medios de comunicación. En 2002 volvió a Houston con su esposa, Alishia, y sus dos hijos, Guillermo y Derek.
En los últimos 20 años, Guillermo ha fundado y dirigido Gamma Holdings y PSR Brands, una empresa de bebidas funcionales destinada al mercado hispano de Estados Unidos. PSR cuenta con siete marcas diferentes, incluida su bebida insignia, PATRIA.
“Nunca planifiqué mi trayectoria profesional ni pensé donde querría estar en cinco o diez años. Dicho esto, aprendí mucho de mi padre mientras crecía. Fue un empresario de éxito y un líder empresarial, así que aprendí mucho con él, simplemente estando a su lado”, explica.
Al mismo tiempo, Guillermo “nunca dejó de estudiar”, y obtuvo un MBA de IPADE, diplomas del programa ejecutivo sénior y del programa Global CEO del IESE, así como numerosos certificados de educación ejecutiva de Harvard, Wharton, CEIBS, Stanford y otras escuelas de negocios.
Toda la vida ayudando a los demás
Otra constante en su vida ha sido el firme deseo de ayudar a los demás, un valor que le inculcaron sus padres y que comparte con su esposa, cuya labor en el campo social es amplia y reconocida.
En México, Alisha ha dirigido iniciativas educativas y de recaudación de fondos para la Fundación para la Reintegración Social Sierra de Tarahumara a fin de ayudar a aliviar la extrema pobreza del pueblo tarahumara. En Houston, trabaja como directora del Strake Jesuit High School, hace de voluntaria para enseñar inglés a inmigrantes y dirige programas de tutoría y ayuda financiera para personas de origen hispano con bajos ingresos.
Las becas de la familia Amtmann son el ejemplo más reciente de la generosidad de Guillermo y Alisha. “Hay un dicho de la madre Teresa de Calcuta que hemos tratado de poner en práctica para nuestros hijos: ‘Dar hasta que duela’”, nos cuenta. “Nunca han mostrado interés en mi pasión por los coches dirigidos por radiocontrol, pero son unos entusiastas del fondo para becas de estudio del IESE. Esperamos que abra algunas puertas para que la gente aprenda, crezca y responda a la sociedad: estudiantes destacados que de otra manera no tendrían la oportunidad de estudiar en una institución prestigiosa como el IESE”.
Cuando se le preguntó qué consejo daría a las generaciones más jóvenes, como las de sus hijos y las de los futuros estudiantes de MBA del IESE a los que espera ayudar, Guillermo dijo lo siguiente: “Rodéate de buena gente, lee todo lo que puedas y nunca dejes de aprender. ¡Siempre se puede aprender algo nuevo! Y lo más importante: ¡no te rindas nunca!”.