Decenas de millones de personas en todo el mundo han abandonado sus empleos voluntariamente durante el último año. El fenómeno – originado en los EE.UU. y bautizado como “the Great Resignation” (la Gran Dimisión) – se empezó a detectar en 2021 coincidiendo con la reapertura de la economía tras la etapa más dura del cierre provocado por la pandemia de la COVID-19.
Desde entonces, expertos, empresarios y medios de comunicación no han dejado de debatir sobre las causas y las futuras consecuencias de esta renuncia masiva. Aunque, por el momento, lo más claro que tenemos entre manos son las cifras, que son demoledoras y están batiendo todos los récords.
4 millones de estadounidenses dejaron sus empleos solo en abril del año pasado, una marca nunca vista en el país. Entre abril y septiembre, la suma superó los 24 millones. Y, a finales de año, el número de ofertas de trabajo alcanzó un máximo histórico rozando los 11 millones de vacantes, en un mercado con solo 6 millones de personas desempleadas. Es decir, casi dos empleos disponibles por cada parado. ¿Qué está pasando?
La Gran Renuncia: un fenómeno a gran escala
Como suele ocurrir con todas las tendencias económicas surgidas en Norteamérica, los efectos de esta ola ya se han empezado a notar al otro lado del Atlántico. Aunque con una incidencia menor y con particularidades importantes en cada caso, datos oficiales y estudios indican que estamos ante una tendencia global: millones de personas se están replanteando cómo quieren vivir y trabajar, y el talento escasea en todo tipo de empresas y sectores.
En el Reino Unido, una encuesta reciente apunta que el 48% de los hombres y el 45% de las mujeres tienen la intención de renunciar a su trabajo durante el próximo año y el país registró en julio un máximo histórico de un millón de puestos vacantes. En Alemania, más de un tercio de las compañías declaran una escasez de trabajadores calificados. En Países Bajos, otro estudio señala que el 46% de los empleados planean dejar su trabajo en los próximos seis meses. En Francia, el número de dimisiones creció en septiembre un 9% respecto a 2019. En mercados como España, con tasas de desempleo más altas, todavía no crecen las bajas voluntarias, pero sí ha aumentado la población inactiva.
En los últimos meses, movimientos sociales como “Lying Flat” o “Worker Lives Matter” están evidenciando en China el descontento provocado por la cultura de trabajo “996”, que implica jornadas de 9h a 21h seis días a la semana. En Australia, en octubre aumentó un 26% en el número de trabajadores que cambiaron de empresa y también se han registrado cifras récord de vacantes laborales. Suma y sigue.
A nivel global, Microsoft ha lanzado una amplia encuesta a más de 30.000 personas para intentar dibujar un panorama más homogéneo. El estudio refleja una fuerza de trabajo desarticulada y desmotivada, donde el 46% se plantea cambiar de profesión o dejar su puesto en el próximo año.
Los expertos auguran que, si la economía sigue creciendo y el empleo reactivándose, este fenómeno se extenderá como la pólvora en los países desarrollados. Con esta especie de revolución individualizada, el mundo está re-evaluando no solo cómo deben ser los puestos de trabajo a partir de ahora, sino qué relación queremos tener con el trabajo.
Se estima que sustituir a un empleado supone para la empresa un coste equivalente al 122% del sueldo anual de dicho trabajador. Así que, aunque solo sea por una cuestión puramente financiera, como líder te interesa evitar que la riada inunde también tu oficina. ¿Cómo? Comprendiendo bien las causas de esta tendencia y respondiendo a lo que tus empleados necesitan para sentirse satisfechos en sus trabajos.
Quién está protagonizando la Gran Dimisión y por qué
A primera vista, puede parecer una situación dramática, pero la gente no está sencillamente renunciando a su empleo para no hacer nada. Aunque también hay muchas prejubilaciones en marcha, la realidad es que gran parte de estos movimientos son rotaciones de profesionales que están reconfigurando sus trayectorias para optar a posiciones mejores, reorientar sus carreras o lanzar sus propios proyectos.
Y está sucediendo en todo tipo de sectores: hostelería, ocio, salud, transporte, logística, belleza, administración, tecnología, servicio al cliente, retail, venta online, entretenimiento, construcción, industria, educación… Parece que ninguno se salva. En los EE.UU., casi todos estos sectores han doblado sus niveles de abandono en comparación con 2020. En otros países como España, el fenómeno se centra en determinados perfiles muy demandados como programadores informáticos, matemáticos o transportistas.
Sea como sea, un primer motivo está claro: la gente quiere salarios más altos. Con la recuperación de la actividad tras meses de confinamiento, en determinados sectores tradicionalmente peor pagados las ofertas de empleo han crecido por encima de la demanda, así que los trabajadores no tienen nada que perder: pueden dejar su empleo con todas las garantías de encontrar otro enseguida y mejor pagado.
Para algunos analistas, este fenómeno se viene gestando desde antes de la pandemia. Los datos globales así lo confirman: la rotación ha ido creciendo progresivamente durante la última década y parece ser una tendencia a la que las empresas deben adaptarse lo antes posible.
Contrariamente a lo que se suele creer, la rotación de empleos en los años 60 y 70 era alta. Pero, a partir de los 80, las cosas empezaron a cambiar: los sueldos se estancaron, la seguridad laboral se hizo más precaria y se dispararon los precios de la vivienda y la educación, reduciendo las posibilidades de construir una vida financieramente estable. Los americanos parecen haber perdido la paciencia y el mercado de momento les está premiando: los salarios de los trabajadores con bajos ingresos están aumentando a su ritmo más rápido desde la Gran Recesión.
La pandemia nos ha impulsado a replantearnos la vida
Los otros grandes protagonistas del éxodo laboral son profesionales altamente calificados de nivel intermedio de entre 30 y 45 años. Los expertos apuntan que muchos de ellos habrían retrasado unas transiciones ya planeadas debido a la incertidumbre provocada por el coronavirus. Una vez reabierta la economía, todos esos cambios habrían salido a la luz en muy poco tiempo.
Un segundo factor determinante es que, emocionalmente tocados por la pandemia, especialmente aquellos empleados con más recursos se están replanteando su vida de arriba a abajo. Qué objetivos tienen, cómo y dónde quieren vivir, qué impacto tiene su trabajo en la sociedad, cómo pueden conciliar mejor, qué valores son fundamentales, etc.
Y en esta reflexión, tras meses de presión, angustia y estrés, muchos se han dado cuenta de que sencillamente pueden tomarse un tiempo lejos de la oficina para pensar, buscar y esperar encontrar un empleo más alineado con sus inquietudes. Los expertos llaman a este proceso “the Great Reshuffle” (la Gran Reorganización).
A esto cabe sumar que, con las sucesivas olas, el agotamiento causado por la crisis del coronavirus aún no ha terminado. Muchos empleados se resisten a volver a la oficina o tienen que cuidar a niños o a personas mayores, así que las empresas que más presionen a sus equipos con la presencialidad tienen un mayor riesgo de acelerar las rotaciones.
Finalmente, otra circunstancia que está dando forma a esta gran deserción es que en los últimos meses, en multitud de industrias, la fricción física para cambiar de empleo ha desaparecido. La tecnología y el auge del trabajo en remoto han puesto al alcance de millones de profesionales empleos en todo el mundo que hasta ahora eran inaccesibles por cuestiones de movilidad. Literalmente, uno puede irse de una compañía un viernes y recibir en su casa el lunes por la mañana el ordenador de su nueva empresa.
Dado este contexto, ¿cómo puedes retener el talento en tu equipo? Descúbrelo en este artículo.