Cuando ya has alcanzado cierto grado de experiencia en el mundo de la gestión empresarial, llega el momento de decidir si quieres ir todavía más lejos. Si estás en ese punto, ¡enhorabuena! Porque estás a un solo paso de iniciar un proceso que te puede cambiar la vida. Sin embargo, ese primer paso puede ser el más difícil de todos.
Aunque ya hayas optado por dar un impulso a tu carrera y aspirar a puestos de mayor responsabilidad a través de la formación directiva, escoger el programa idóneo en este momento de tu trayectoria no es una tarea sencilla.
Convertirte en el líder que quieres ser te va a exigir recursos y mucho esfuerzo, dos ingredientes que pueden ser escasos ahora mismo en tu día a día, en una etapa en la que probablemente estés lidiando con importantes compromisos personales y profesionales.
Elegir correctamente el curso para directivos más adecuado a tu situación es fundamental para alcanzar tus objetivos y desarrollarte como líder de impacto positivo y tangible. Para que este proceso de selección sea un poco más fácil, en este artículo queremos ayudarte a diferenciar mejor los dos programas más demandados por ejecutivos como tú: el Executive MBA (EMBA) y el Programa de Desarrollo Directivo (PDD).
Executive MBA o PDD: aprende a diferenciar los dos programas más demandados por ejecutivos como tú
Edad y experiencia profesional
Aunque la edad y la experiencia profesional no son factores determinantes a la hora de optar por uno de los dos programas, sí que pueden serte útiles como primera toma de contacto.
El perfil más habitual del EMBA es un profesional de 32 años con un mínimo de cinco años de experiencia en posiciones de responsabilidad, un nivel de inglés óptimo y una capacidad analítica demostrable a través del test GMAT. Por su parte, el participante del PDD suele tener 39 años y cuenta también con cinco de experiencia, pero en este caso, en gestión de equipos.
No obstante, debes tener en cuenta que estos datos son solo estadísticos y que, por tanto, cada aula está compuesta por perfiles y realidades muy diversos que enriquecen el nivel de ambas formaciones. Así, tu edad concreta y tu experiencia son más una orientación que un impedimento. Sí que es importante destacar que el EMBA — al ser un programa acreditado como MBA — tiene un proceso de admisión más exhaustivo. En el PDD, en cambio, la entrevista personal es el factor más determinante para ser admitido.
El EMBA se presenta como un intenso viaje de transformación personal y profesional que te entrena para asumir cualquier reto que surja en el escenario corporativo.
Contenido y estructura del programa
En palabras de un participante reciente que conoce de cerca los dos programas, una manera muy gráfica de comprender qué aprenderás y, sobre todo, qué implicaciones tiene cada uno es viendo “el PDD como afrontar una media maratón y el EMBA como una maratón completa”.
Así, ambos te preparan para tomar decisiones desde la visión de la dirección general, te dan nuevas capacidades para dominar la toma de decisiones y te impulsan a desarrollar tu liderazgo. Ambos te van a hacer crecer a base de exigencia y dedicación. Y, además, con los dos vas a poder combinar tus estudios con tu trabajo actual y aplicar de inmediato lo que vas aprendiendo, ya que las clases se concentran en los fines de semana y en semanas intensivas. Pero no es lo mismo involucrarte en una formación para directivos durante seis meses que durante 18.
En este sentido, el PDD cubre en un periodo de tiempo relativamente breve ocho competencias de liderazgo clave para acelerar tu trayectoria hacia la alta dirección a través de la interacción, el debate de casos reales y las simulaciones. Considerando que los participantes suelen llegar con un bagaje importante dirigiendo equipos, un formato tan comprimido se aprovecha al máximo, sacando lo mejor de cada uno desde el primer día.
Por su parte, el EMBA es un intenso y largo viaje de transformación personal y profesional que te entrena para asumir cualquier reto corporativo. A lo largo de casi dos años, 300 casos, tres semanas internacionales, exámenes, simulaciones y 1.500 horas de trabajo individual y en equipo, perfeccionarás en profundidad las principales áreas de la dirección de empresas, la toma de decisiones, la visión global de los negocios y las competencias de un líder íntegro y eficiente.
Como decíamos al principio, con los dos programas acabarás muy en forma, solo que del PDD saldrás tan sudado como después de una carrera más breve pero muy intensa, y del EMBA con unas agujetas que te durarán unas cuantas semanas más.
Tu situación personal
Sin duda, tu momento vital y tus aspiraciones deberían ser los parámetros definitivos para decantarte finalmente por cursar un PDD o un Executive MBA. Una vez revisadas las cifras y los detalles, vale la pena que te preguntes con total sinceridad cuál de los dos encaja mejor ahora mismo en tu vida, con cuál vas a poder disfrutar más y de cuál vas a sacar más partido. En definitiva, qué programa te puedes permitir en términos de tiempo y recursos, y cuál es capaz de cumplir con tu ambición y tus expectativas.
Aunque cada candidato es un mundo, los que se decantan por el Executive MBA suelen tener muy claro que quieren vivir sí o sí la experiencia completa de un programa MBA o bien añadir ese título a su curriculum. Ya sea porque es algo que siempre han deseado hacer, porque aspiran a puestos que requieren esa titulación, porque sueñan con crear su propia empresa o porque buscan nuevas oportunidades a nivel internacional.
En el caso del PDD, en cambio, hablamos en general de participantes que buscan dar un salto profesional, que tienen perfiles ya muy potentes pero que quieren ir un paso más allá, que son conscientes de sus limitaciones para gestionar mejor su propia empresa o para aspirar a posiciones de mayor responsabilidad y que sienten la ilusión de formarse en una escuela de negocios como el IESE, pero que no anhelan necesariamente una titulación oficial. Estas personas ven en un programa como el PDD una opción más asumible y que igualmente les garantiza un aprendizaje muy riguroso sobre todas las áreas de la empresa y el estímulo que les falta para seguir progresando en su carrera y salir de un terreno que ya dominan demasiado.
No lo dudes, formarte como directivo vale la pena
Es este momento de la historia tan incierto que nos ha tocado vivir, nadie puede asegurarte nada. Así que es normal que las dudas sigan acompañándote durante mucho tiempo, incluso después de haberte matriculado en la formación que hayas elegido: ¿Será tan buena como me han dicho? ¿Conseguiré ese puesto en el que no dejo de pensar? ¿Recuperaré la inversión? ¿Conseguiré que mi empresa salga adelante?
No podemos resolver todas esas incógnitas. Pero sí que podemos afirmar que formarte como directivo vale la pena, y que el coste económico es casi el último factor en el que deberías estar pensando ahora mismo. Primero, por las múltiples opciones de financiación que existen y, segundo, por las enormes probabilidades que tienes de aumentar tus ingresos después del programa. Pero, sobre todo, porque se trata de una experiencia única en la vida que puede llevarte mucho más lejos de lo que imaginas, y porque constituye la base más sólida desde la que puedes mejorar como líder el mundo en el que vivimos.