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Sembrar sostenibilidad
La transformación inclusiva depende de la creación de ecosistemas en las cadenas de suministro para catalizar el cambio
En Alliance for a Green Revolution in Africa (AGRA), Aggie Konde trabaja para aumentar los ingresos y la seguridad alimentaria de los pequeños agricultores del África subsahariana.
15 de diciembre de 2020
Aunque la COVID-19 se ha propagado sin control por Estados Unidos y Europa, su impacto sanitario en África no ha sido tan devastador como algunos expertos temían. Los científicos especulan que esto podría deberse, en parte, a los extensos ecosistemas comunitarios, sanitarios y de concienciación pública articulados a lo largo de décadas de lucha contra otros brotes epidémicos.
“Una de las mayores lecciones que he sacado de este año es la necesidad de construir ecosistemas que vinculen y acorten las cadenas de suministro en los mercados de insumos y productos”, asegura Aggie Konde, vicepresidenta de Desarrollo de programas e Innovación de Alliance for a Green Revolution in Africa (AGRA). Dedicada a la creación de sistemas agrícolas sostenibles, esta organización busca aumentar los ingresos y la seguridad alimentaria de los pequeños agricultores.
La COVID-19 nos ha obligado a todos a “profundizar y dar prioridad a algunas de las cuestiones que siempre hemos sabido que debíamos abordar”, explica. Concretamente, en AGRA se dieron cuenta de que era perentorio crear alianzas y programas para mejorar la eficiencia, seguridad y competitividad de los sistemas agroalimentarios nacionales. “En África subsahariana, las empresas tienden a querer hacerlo todo solas. Es decir, un mismo fabricante trata de gestionar la logística, la venta minorista, la financiación, etcétera. Esto tensiona las empresas, mina los recursos, reduce los márgenes y es insostenible”.
Hay varios actores que pueden ejecutar con eficiencia las distintas tareas de la cadena. El problema es que ni son visibles entre sí ni están interconectados. Ello plantea dificultades logísticas, como cuando los pequeños agricultores intentan involucrarse en el comercio transfronterizo.
Ahí es donde entra AGRA: “Apoyando las iniciativas que vinculan a todos los actores de la cadena de suministro podemos mejorar la competitividad, mejorar los márgenes y ligar la demanda a la oferta, permitiendo que las empresas inclusivas prosperen. Con ello, creo que más agricultores se pasarán a la economía monetaria”.
Konde cita un modelo de financiación de insumos implementado en Ghana, Burkina Faso y Malí: “Seis bancos asumieron el 60% del riesgo y 43 pymes de la cadena de valor, el 40% restante. Este modelo procuró préstamos a 19.000 agricultores por valor de 1,7 millones de dólares”.
Los pilares del liderazgo
Antes de incorporarse a AGRA en Kenia, Konde trabajó en el sector privado de Uganda, su país natal. Allí aprendió a “crear oportunidades en áreas donde apenas se había explotado el mercado”.
Después trabajó en medios de comunicación, en parte privados, en parte destinados al público: “Fue entonces cuando reparé en la necesidad de que el desarrollo propicie el crecimiento inclusivo. Para ello, el primer paso es dotar a los excluidos de una plataforma en la que puedan dar su opinión. Empecé a pensar en cómo crear economías inclusivas que no dejasen a nadie atrás y ayudaran a garantizar la seguridad alimentaria de los agricultores”.
Los líderes deben adoptar un enfoque holístico para que el ecosistema sea sostenible
También la llevaron a reflexionar sobre la naturaleza del liderazgo: “Un buen líder es aquel que se dedica a mejorar la vida de la gente. En África, como en todas partes, queremos que nuestros líderes rindan cuentas, y para eso hace falta una ciudadanía comprometida y proactiva. El sector privado debe pedir a los líderes públicos que creen el entorno necesario para que la gente prospere. El liderazgo consiste en crear sistemas bien cimentados, porque si solo levantas una columna, es cuestión de tiempo que todo se venga abajo. Los líderes deben adoptar un enfoque holístico para que el ecosistema sea sostenible”.
Konde pone como ejemplo el sector financiero, que ve la agricultura como una actividad de alto riesgo, y con razón, porque el riesgo de la financiación de empresas agrícolas, medido en tasa de impagos, es el doble que el de otros sectores. Las oportunidades de inversión en la producción agrícola son limitadas, debido a que el sector depende de la lluvia y es vulnerable a fenómenos externos como el cambio climático.
Aunque no deja de ser un segmento más de la cadena de valor, la producción agrícola es de vital importancia porque las empresas no pueden crecer si tampoco lo hacen sus cosechas. Ahora bien, la cadena de valor ofrece muchas otras oportunidades de inversión, desde tecnologías de la agricultura climáticamente inteligente hasta logística, suministro de insumos o procesamiento. Por eso es tan necesaria una financiación inclusiva que contemple todos estos elementos en conjunto y esté dispuesta a compartir más el riesgo. Esa es la función de AGRA: mostrar estas interdependencias, reunir las empresas y formular soluciones.
De la supervivencia a la prosperidad
Por supuesto, antes de cultivar ambiciones comerciales, los pequeños agricultores tienen que atender su necesidad básica de autosuficiencia alimentaria todo el año y aumentar la productividad. “Nuestra intención es ayudarles a superar la agricultura de subsistencia y producir excedentes que puedan vender para generar ingresos extra con los que mejorar su vida, educar a sus hijos y situarse por encima del umbral de pobreza”.
Konde participó en el programa Global CEO Program for Africa del IESE en 2019. Allí pudo “aprender, hacer contactos, compartir experiencias y conocer algunas de las grandes oportunidades de África. Junto con mis compañeros de África occidental y oriental, analicé problemas, descubrí oportunidades y diseñé soluciones escalables y totalmente africanas”.
Analicé problemas, descubrí oportunidades y diseñé soluciones escalables y totalmente africanas
La visión de AGRA es audaz: transformar la vida de treinta millones de pequeños agricultores convirtiendo su esfuerzo solitario en un negocio próspero. Ello se basa en la convicción de que, uniendo fuerzas, tanto públicas como privadas, las soluciones diseñadas en África pueden empoderar a sus agricultores para alimentar el continente y el mundo de manera sostenible.
“Nuestro enfoque es personalizado”, explica Konde sobre el trabajo de AGRA en 11 países. “No les decimos a los gobiernos lo que tienen que hacer, sino que apoyamos sus prioridades porque queremos crear sistemas autosuficientes. Así, nuestro foco para aumentar la productividad varía de un país a otro, y abarca desde el acceso a semillas de calidad hasta la entrega de última milla, pasando por soluciones de financiación inclusiva para la base de la pirámide o una combinación de diversas vías, entre ellas, el apoyo a las políticas públicas y las alianzas”.
“Lo importante”, subraya, “es que los sistemas funcionen y los agricultores tengan acceso a buenas prácticas, servicios financieros, políticas de apoyo y mercados. Los países establecen las prioridades y nosotros trabajamos con ellos en su consecución. Proporcionamos asistencia técnica, invertimos en miles de pymes para que superen las barreras de mercado y vinculamos el sector público y los centros de investigación con los actores del sector privado que pueden catalizar el cambio”.
Quiero empoderar a la próxima generación para que sean los líderes que necesita África
Konde sabe lo que es ser la única mujer sentada a la mesa. Por eso, como mentora, ayuda a otras a romper su techo de cristal. “Me hago cargo de unas quince chicas cada año. Las presento a otras personas y les doy la oportunidad de ver el mundo desde una perspectiva diferente. Me gustaría diseñar una solución digital con la que llegar a muchas más; también, a chicos. Quiero empoderar a la próxima generación para que sean los líderes que necesita África”.
Su conclusión para conseguir una transformación inclusiva y sostenible en África es válida para los líderes empresariales de todo el mundo: “Hemos de dejar el maratón y empezar a pasarnos el testigo en una carrera de relevos”.
Esta entrevista se publica en la revista IESE Business School Insight 157.