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Rendir cuentas con el planeta
La conferencia Doing Good Doing Well analiza los objetivos de sostenibilidad de la ONU
28 de febrero de 2018
¿Cómo pueden las empresas contribuir a la agenda global de sostenibilidad?
Barcelona ha acogido la conferencia anual Doing Good Doing Well, organizada por los alumnos de MBA del IESE. Este año la conferencia ha analizado los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas, una serie de 17 objetivos prioritarios para mejorar la vida de la población mundial. Implantados desde 2016, la fecha límite para la consecución de la mayoría de estos objetivos se fijó para 2030.
La conferencia ha contado con líderes empresariales internacionales y conferenciantes de primer orden, que han debatido sobre vertientes diversas de la sostenibilidad. Inversiones con impacto social, diseño y construcción de ciudades sostenibles, o las ayudas a emprendedores sociales son iniciativas que ayudan al cumplimiento de los objetivos de la ONU.
Veamos algunas de las propuestas:
Las grandes metas cuentan. De los objetivos de la ONU destaca el establecimiento de una agenda global muy completa para la sostenibilidad a la que se han sumado 193 estados miembros. Si bien sus efectos hasta la fecha son muy dispares, como mínimo se han identificado los objetivos finales, lo que supone un avance considerable. “Por primera vez los gobiernos del mundo han acordado rendir cuentas”, afirmó Marcos Neto, director del Centro Internacional para el Sector Privado en Estambul del PNUD. “Los SDG nos dotan de un lenguaje común”.
Pero las pequeñas también. Los asistentes destacaron que todos podemos hacer de la sostenibilidad una prioridad, ya sea renunciando a tener un coche en propiedad, eligiendo productos de fabricación sostenible o invirtiendo en fondos de impacto social. Iker Marcaide, de Zubi Labs, se embarcó en un ambicioso proyecto de desarrollo sostenible en Valencia: buscaba una escuela para sus hijos y al final decidió fundar una propia. Compró unos terrenos alrededor del solar de la nueva escuela y allí levantó una comunidad.
Los sectores público y privado deben trabajar unidos. La ONU estima que cumplir estos objetivos requerirá una inversión anual de entre cinco y siete billones de dólares en los próximos 15 años. Los estados no podrán hacer frente a este gasto por sí mismos, de modo que el sector privado también deberá participar. Sonal Shah, fundador y director ejecutivo del Beeck Center for Social Impact and Innovation de la universidad de Georgetown aseguró que las organizaciones públicas y privadas deben aprender a comunicarse, ya que para resolver los problemas globales ambas partes deben trabajar unidas.
La sostenibilidad rinde beneficios. Marcos Neto calcula que para 2030 se pueden generar posibilidades de negocio valoradas en 13 billones de dólares anuales. Trabajar en pro de estos objetivos sirve para generar nuevos ingresos, si bien es difícil alcanzar los réditos a corto plazo que a veces exigen los mercados.
Uno de los mayores fabricantes de cerveza a nivel mundial, AB InBev, cuyo objetivo para 2025 es trabajar únicamente con energías renovables, lo tiene muy claro. “El agua es nuestro ingrediente principal, y tenemos que cumplir nuestros compromisos”, asegura Tony Miliken, global chief procurement and sustainability officer. Para ello, revisan la forma de realizar operaciones, la cadena de suministros y los hábitos de sus consumidores. Han iniciado múltiples proyectos: trabajo con granjeros de países en desarrollo para reducir el empleo de agua; desarrollo de parques eólicos en México, empleo de camiones eléctricos con batería de hidrógeno…
La inversión en impacto social sigue en desarrollo. Los fondos de inversión destinados a la sostenibilidad no paran de crecer, pero todavía queda mucho por hacer. Según muchas estimaciones, hay más fondos de inversión disponibles que proyectos adecuados. Para que un inversor apueste de forma decidida, hace falta disponer de indicadores claros del resultado. Hay infinidad de métodos para calcular los beneficios financieros de las inversiones tradicionales pero, según Amelia Martínez de Prodigy Finance, “el cálculo del impacto social supone todo un desafío”.