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Recuperación económica a la islandesa
Para el presidente Grímsson, la clave han sido las personas
19 de febrero de 2015
“En una economía moderna lo importante son los ciudadanos, no las relaciones entre empresas e instituciones financieras”. Ese fue el rotundo mensaje que lanzó el presidente de Islandia, Olafur Ragnar Grímsson, el pasado 18 de febrero en el IESE de Barcelona. “Como las políticas islandesas han tenido como objetivo la recuperación de la confianza, los islandeses han sabido encontrar la manera de salir adelante. La democracia es una fuerza económica poderosa. Y el éxito de la economía se basa en las personas“.
A principios de la década de 2000, se acometió la privatización del sector financiero. Poco después, en 2008, Islandia se convertiría en la primera víctima de la crisis financiera global. El colapso de la banca se llevó por delante los ahorros de 50.000 personas y dejó fuertemente endeudado al país y al 25% de los hogares, que no podían pagar la hipoteca.
Tras el estallido de la crisis, el gobierno islandés rechazó las recetas ortodoxas de Bruselas, Washington y el FMI y puso en marcha lo que Grímsson denomina un “experimento” para demostrar que las cosas se podían hacer de otra forma.
Respuesta a la crisis
El gobierno islandés se negó a inyectar dinero en los bancos y, en su lugar, dejó caer a tres de los más importantes, una decisión muy polémica en su día. También introdujo el control de divisas y se volcó en una política activa de creación de empleo consistente en fomentar la colaboración entre las instituciones educativas y el sector privado. Según el jefe de Estado, estas medidas, junto con la apuesta por las energías verdes y el desarrollo sostenible, han impulsado la modélica recuperación económica de Islandia.
Para Grímsson, mientras la crisis sigue copando los titulares en el resto de Europa, la situación económica de Islandia “ha dado un giro de 180 grados”. Eso sí, la senda de la recuperación no ha estado exenta de “episodios desagradables”.
Un largo viaje
Grímsson recordó que Islandia tiene una larga tradición democrática, como ilustra su milenario parlamento. También la reputación de ser un país seguro, sin ejército y con una policía que no porta armas. Por eso, cuando se produjeron conatos de desobediencia civil y disturbios en las calles, Grímsson se alarmó. “En 2008, temí por la supervivencia de la democracia. De repente, mi generación tuvo que hacer frente a un conflicto entre la libertad de movimientos de los capitales y de los mercados financieros y los cimientos democráticos de nuestra sociedad, un escenario inconcebible para nosotros”.
“La primera lección que aprendimos de la crisis fue que vincular la prosperidad con la máxima libertad de las instituciones financieras es un error. Y que, lejos de no tener ninguna responsabilidad democrática o social, lo cierto es que dichas instituciones y el mercado la tienen, y mucha“.
Islandia se quedó aislada después de la oposición unánime de la Unión Europea a la decisión de dejar caer a los bancos. “Muchas instancias poderosas de Islandia y Europa pensaban que esta decisión era una locura. Pero, ¿por qué no se permite la caída de los bancos y sí la de otras grandes empresas decisivas para la economía? Nunca he entendido ese razonamiento. ¿Acaso el sector financiero es mejor para el buen estado y el futuro de la economía que el creativo, industrial o manufacturero?”.
¿Austeridad? No, gracias
Grímsson también explicó por qué descartó la adopción de medidas de austeridad. Su prioridad era impedir un desempleo masivo, así que optó por estimular la colaboración entre instituciones educativas y empresas. “No se puede reflotar la economía haciendo sufrir a la gente. Es reprobable intelectual, económica y políticamente”.
Islandia no ha resuelto todos sus problemas. La fiscalidad y el coste de la vida son altos y los salarios no han subido lo suficiente. Y muchos islandeses siguen teniendo un patrimonio negativo o deben más del dinero que pidieron prestado debido a las hipotecas de interés variable.
Pero el país vive un boom turístico: el número de visitantes crece entre un 15% y un 20% anual. Su sector tecnológico está en auge, fruto, según Grímsson, de la incorporación de los ingenieros y matemáticos que se vieron obligados a dejar la banca. Rio Tinto ha elegido Islandia para su primera gran inversión posterior a la crisis, una apuesta de 487 millones de dólares por la capacidad del país para generar energía barata y verde gracias a sus centrales hidroeléctricas y fuentes termales. El paro es inferior al 5% y muchos de los jóvenes con estudios que se fueron cuando estalló la crisis están volviendo a casa.
“La gente se implica en su futuro si confías en la democracia y dejas que decidan por sí mismos“, aseguró Grímsson.