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¿Para qué sirve un Consejo de administración?
Josep Tàpies desgrana las funciones de este órgano vital
19 de febrero de 2014
La crisis de reputación que vive el mundo de la empresa ha puesto en tela de juicio algunos de sus órganos de gobierno. En ocasiones, surgen dudas respecto a las verdaderas funciones del Consejo de Administración de una empresa. ¿Para qué sirve? ¿Cuáles son sus objetivos y competencias? ¿Cómo deben velar los consejeros por la supervivencia de la organización? Josep Tàpies, titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE, repasó todas estas cuestiones en una sesión de continuidad de la Agrupación de Antiguos Alumnos.
“La junta general de accionistas decide el objeto social, los recursos y los administradores de la empresa. Esta junta delega en el Consejo de Administración, cuya función es aprobar las estrategias, políticas y equipos directivos, y controlar la gestión. Por su parte, la estructura directiva gestiona la compañía en el día a día y reporta al consejo, que responde ante los accionistas del resultado de la empresa y frente a terceros en sus responsabilidades”, explicó el profesor.
Para Tàpies, la principal función del presidente del Consejo de Administración “es hacer que el consejo funcione”. “Esto depende exclusivamente de él”, insistió. En este punto, recordó la importancia de la figura del secretario del consejo, “ya que aporta mucho valor en términos de conciencia, pues se encarga de decir que las cosas se hacen conforme a derecho“. El ponente tildó de “crucial” para la buena marcha de la empresa que el Consejo de Administración acierte con el nombramiento del primer ejecutivo.
En toda compañía el poder fluye de la junta general de accionistas al Consejo de Administración, y de ahí al CEO. “Pero con frecuencia se confunden los espacios donde realmente reside el poder de las grandes decisiones“, alertó el experto. Algo que, en su opinión, es complicado.
En palabras del profesor Josep Tàpies, la finalidad del Consejo de Administración es la de “asegurar la continuidad de la empresa a largo plazo a través de su control estratégico y financiero, así como guiar a la dirección para que se cumplen estas metas”.
Asimismo, destacó varios aspectos importantes a tener en cuenta en el funcionamiento todo consejo. Uno es el de velar por el “desarrollo institucional” de la empresa. “El esfuerzo por institucionalizar garantiza el futuro de la compañía a largo plazo. La empresa debe estar por encima de cualquier nombre propio“, insistió.
Además, calificó de “inconcebible” que las organizaciones no cuenten con un plan de contingencia para sustituir al primer ejecutivo, si llegara el momento. “El mejor cómplice para llevar a cabo este plan de sucesión es el propio CEO, ya que si entiende la empresa desde un sentido institucional, colaborará con el Consejo de Administración en buscar a quien le sustituya”, dijo.
Tàpies lamentó la mayoría de Consejos de Administración no se sometan a controles de evaluación serios, rigurosos y profesionales por parte de expertos independientes. “¿Quién vigila al vigilante? Esta es la gran asignatura pendiente”, sostuvo.
Por su parte, Luis Manuel Calleja alertó de que la tendencia a no delegar es letal para un Consejo de Administración. “Nunca se debe cambiar de golpe a un consejo ni a un Comité de Dirección. No es positivo para la empresa”, concluyó.