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¿Está el mundo tan globalizado como pensamos?
España, Estados Unidos, Alemania y Reino Unido a examen
Los intercambios entre países pueden contribuir a la recuperación económica / Ilustración: Giulio Bonasera
9 de abril de 2015
No hace tanto la globalización se antojaba una fuerza natural imparable que iba a hacer prácticamente irrelevantes las fronteras y distancias que separan países y regiones. Luego sobrevino la crisis financiera, el desplome de los flujos comerciales y de capital y las invocaciones al proteccionismo. Hoy, lo que en su día muchos vieron como inevitable se ha quedado en un punto poco definido que requiere un estudio más profundo.
Así lo pone de manifiesto un artículo de la revista IESE Insight escrito por Pankaj Ghemawat, titular de la Cátedra Anselmo Rubiralta de Estrategia y Globalización del IESE, y Steven A. Altman.
Después de analizar los patrones de globalización y su evolución en el Índice de Conectividad Global DHL, creado por los propios autores con datos de 140 países, estos concluyen que la economía parece estar recuperándose de la mano de los flujos comerciales, de capital, información y personas.
El auge de los países emergentes
Si en 2005 la mayoría de los flujos internacionales se producían entre economías avanzadas, desde 2010 la mayoría han tenido una emergente a uno o a ambos lados, lo que indica que estas últimas ya no necesitan interactuar tanto con los mercados avanzados.
El desplazamiento de la actividad a los países emergentes influirá decisivamente en el futuro a largo plazo de la conectividad global. En lo que respecta al comercio, ya están tan conectados como los avanzados, aunque no ocurre lo mismo, ni de lejos, con los demás flujos: las economías avanzadas están nueve veces más conectadas en los de información, 5,5 veces en los de personas y algo menos de cuatro veces en los de capital.
Ante las nuevas tendencias, los autores recomiendan a las multinacionales occidentales ampliar sus capacidades con un mayor número de directivos internacionales, seleccionar con cuidado los nuevos mercados y la estrategia para introducirse en cada uno de ellos, tener muy presente la dirección de los flujos de su índice y fijarse en los parámetros más relevantes según las características de la empresa.
Cuatro países desarrollados a seguir de cerca
En su artículo, Ghemawat y Altman también profundizan en la evolución de cuatro países desarrollados especialmente relevantes:
España. Ante la caída del consumo interno, las empresas han apostado por la exportación, mientras que la falta de trabajo ha llevado a muchos españoles a buscarlo en el extranjero. Y la inversión extranjera está aumentando, con lo que se refuerza la recuperación económica. Pero España aún puede sacar más partido de la globalización.
Estados Unidos. La recuperación parece haberse consolidado. No obstante, el alza del dólar podría traducirse en un aumento del déficit comercial en 2015. Además, la debilidad de la economía europea, así como el temor a nuevas intervenciones militares en el exterior podrían reforzar la tentación de muchos estadounidenses de recluirse en sus fronteras.
Alemania. Al igual que la mayoría de las economías avanzadas, la locomotora industrial de Europa no ha podido contrarrestar el desplazamiento del polo económico hacia los países emergentes. De haber mantenido su cuota exportadora en todos los países de 2005 a 2013, el volumen total de sus exportaciones habría sido un 17% mayor ese último año. Las empresas alemanas van a tener que esforzarse para retener y fortalecer su posición en el exterior.
Reino Unido. A primera vista, su situación parece prometedora –es el séptimo país más conectado del mundo en la clasificación general–, pero, si escarbamos la superficie, afloran debilidades significativas o, visto de otro modo, oportunidades por explotar. La propuesta de un referéndum sobre la permanencia en la UE y el auge del populismo xenófobo podrían tener serias consecuencias en sus intercambios transfronterizos.
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