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¿Está funcionando la reforma bancaria?
Tres paneles de expertos valoran en Londres los retos del sector
El ponente inaugural de la conferencia "Challenges for the Future of Banking" fue George Osborne, Caballero de Honor, diputado y excanciller del Exchequer del Gobierno del Reino Unido / Foto: Anders Birger
18 de noviembre de 2016
La sombra del brexit; un vuelco en el Gobierno de la mayor economía del mundo; las secuelas –todavía patentes– de la Gran Recesión de 2008… Son tiempos de grandes incertidumbres para el sector bancario.
Con el fin de protegerlo de los riesgos sistémicos, en los últimos años se han puesto en marcha una serie de reformas regulatorias que endurecen los requisitos de capital y transparencia financiera. La rendición de cuentas a la que se ven sometidos bancos y banqueros es la más estricta de los últimos cincuenta años gracias a los Acuerdos de Basilea, desde el primero, firmado en 1988, hasta el cuarto, que se prevé alcanzar próximamente.
Pero, ¿ha causado esta regulación problemas o vulnerabilidades inesperadas? ¿Es posible que el renovado énfasis en la estabilidad y la solvencia estén, de hecho, sofocando la innovación financiera? Y, ¿en qué estado se encuentran el buen gobierno y la buena gestión en un entorno en el que la confianza de la opinión pública en el sector sigue en mínimos históricos?
A estas y otras preguntas intentaron dar respuesta el pasado 17 de noviembre tres paneles de líderes de bancos europeos, políticos, reguladores y prestigiosos académicos, reunidos en la sede londinense de la Asociación Médica Británica.
Convocada por el IESE y la Columbia School for International and Public Affairs bajo la Regla de Chatham House, la tercera conferencia “Challenges for the Future of Banking” (“Desafíos futuros de la banca”) brindó a estos expertos la oportunidad de analizar y debatir sobre los retos del sector en un ambiente íntimo.
Entre los asistentes se encontraban Jaime Caruana, director general del Banco de Pagos Internacionales; José Manuel Gonzalez-Páramo, consejero ejecutivo y director de economía global, regulación y asuntos públicos del BBVA; Paco Ybarra, director global de mercados y servicios de valores de Citi; John Vickers, profesor de Economía en la Universidad de Oxford, y John C. Coffee, titular de la cátedra Adolf A. Berle de Derecho en la Columbia Law School.
El ponente inaugural fue el Excmo. Sr. George Osborne, Caballero de Honor, diputado y excanciller del Exchequer del Gobierno del Reino Unido.
¿Consecuencias no intencionadas?
Desde la crisis de 2008, los bancos se han sometido a una ambiciosa agenda de reformas que tenían por objetivo hacerlos más resilientes al riesgo sistémico.
El resultado ha sido el aumento y la mejora de las reservas de capital, así como el desapalancamiento generalizado del sector. Pero, a pesar de que muchos bancos mantienen reservas considerablemente superiores al 4,5% de su capital, el mínimo requerido, la senda de la recuperación de la confianza sigue siendo difícil.
El escepticismo de los inversores se ve reflejado en unos ratios precio/valor contable históricamente bajos y el elevado coste de la capacidad de financiación de los bancos. Además de que se dan una serie de “anomalías en el mercado” que merecen un análisis más profundo.
El ponente que abrió el primer panel citó las restricciones a la capacidad de los bancos para conceder préstamos, pese al aumento de las reservas de capital, como resultado no solo de la regulación, sino también de determinadas presiones del mercado. El miedo a una rebaja de la calificación de las entidades, sostuvo, genera incertidumbre y alienta una postura conservadora.
Aunque la regulación es sin duda un factor importante en todo ello, no es el único. El panel señaló que los elevados dividendos –un tema controvertido–, reducen seriamente la rentabilidad a largo plazo de los bancos.
Además considera que los tipos de interés bajos, sumados a la incertidumbre generalizada en torno a la economía –sobre todo en la Eurozona–, afectan negativamente al precio de las acciones de los bancos.
Los miembros del panel coincidieron en que, para que los reguladores entiendan y aborden estos problemas, es necesario que examinen más datos y practiquen un análisis más enfocado en el comportamiento.
De todas formas, también reconocieron el “buen trabajo” que ha hecho el sector en términos de reducción de costes, derisking y simplificación del gobierno corporativo.
¿Está la regulación sofocando la innovación?
En un “mercado funcional”, las fuerzas competitivas generan innovaciones que proporcionan a los clientes lo que realmente quieren.
La rivalidad dinámica entre las empresas estimula la inventiva y reduce a unas pocas o ninguna las externalidades negativas que afectan a terceras partes. Así, los clientes toman decisiones informadas.
No es el caso de la banca, afirmó el segundo ponente, debido a las dificultades intrínsecas para crear un mercado financiero funcional.
También advirtió que la escasez de incentivos, la propensión a maximizar el apalancamiento a causa del coste de capital, la espiral descendente de los precios de las acciones y los altos dividendos alientan un tipo de innovación que no favorece los objetivos generales de los bancos.
Así, la cuestión no debería ser si la regulación afecta negativamente a la innovación; más bien si la innovación bancaria va en la dirección correcta.
Antes de la crisis, la banca se caracterizó por la titulización (para impulsar el apalancamiento) y la venta engañosa de productos financieros. Según el ponente, aunque la regulación ha abordado muchos de estos problemas, as políticas de las entidades se han quedado cortas y la “explotación” de los clientes menos informados impide el desarrollo de la innovación adecuada, así como una competencia sana.
El panel instó a los bancos a hacer mucho más por el bien común. Y ello pasa por mantener un nivel de capital suficiente (a pesar de que las malas perspectivas y la amenaza del Brexit están llevando a una “balcanización” de la Eurozona). También por abordar el controvertido tema de la retribución y revisar la intermediación financiera para no trasladar los costes a los clientes.
¿Dónde paran el buen gobierno y buena gestión?
Antes de 2008, de lo que más se hablaba en la banca era de la estrategia de crecimiento. Tras la crisis, es el riesgo y no la estrategia lo que domina la agenda.
Los dos últimos paneles de académicos, consejeros y altos directivos debatieron sobre los desafíos que afronta la banca en estos tiempos de incertidumbre. Además de cambiar el terreno de juego, la digitalización expone al sector a un riesgo de ataques informáticos sin precedentes. A lo que hay que añadir la desregulación que pueda legar la presidencia de Trump.
En este contexto, los panelistas destacaron que el Banco Central Europeo ha tomado medidas para promover un cambio en el liderazgo de la banca para que se incida no tanto en la eficacia como en el cumplimiento normativo, una decisión que algunos interpretaron como una posible intervención en la estructura de los consejos.
Se trataron otros temas, desde los “peligrosos principios” del activismo accionarial hasta la “cuantía y credibilidad” del capital, la definición de la cultura corporativa, la contratación de las personas más idóneas para cada puesto y su retribución.
En un entorno caracterizado por los inmensos flujos de información y el miedo a una recalibración constante de la máquina regulatoria, la opinión general fue que el liderazgo del sector debe centrarse en la creación de mecanismos de coordinación efectivos. Ello incluye una respuesta colectiva a la amenaza de los ataques informáticos para proteger todo el sistema.
Aunque se consideró que el tono de la dirección es decisivo, todos los panelistas secundaron la idea de que, tanto el tono, como las decisiones, deben fortalecerse sistemáticamente.
El ultimo ponente hizo una serie de recomendaciones muy bien recibidas por todos los asistente. Son las siguientes:
- Minimizar la información asimétrica entre los consejos y la dirección.
- Especificar el apetito de riesgo por áreas geográficas, tipo de riesgo y clases de activos.
- Una relación más constante y transparente con los supervisores.
- Trabajar con las autoridades para mitigar la separación de las actividades bancarias (ring-fencing) e impulsar la descentralización.
- Priorizar la protección al consumidor en la innovación.
En opinión de ambos paneles, la banca se encuentra en un momento existencial, no en balde debe afrontar simultáneamente múltiples retos: la recesión, la baja rentabilidad, la presión regulatoria y la revolución digital.
Y aunque se haya avanzado en los últimos ocho años, todavía queda mucho por hacer.