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Cuidar el agua gota a gota
Shayp, la ‘startup’ creada por Gregoire de Hemptinne (MBA ’17), detecta fugas de agua en cualquier edificio, permitiendo un consumo mucho más sostenible
Gregoire de Hemptinne es uno de los fundadores de Shayp, empresa dedicada a eliminar pérdidas de agua.
Foto: Roger Rovira
25 de septiembre de 2020
¿Hay algún nexo que una espíritu emprendedor, conocimiento digital y preocupación por el medio ambiente? En el caso de Gregoire de Hemptinne, fue el agua.
Cuando De Hemptinne terminó su MBA en el IESE en 2017, quiso emprender su propio proyecto, a ser posible relacionado con la sostenibilidad. En busca de oportunidades, asistió a una reunión de business angels en la que conoció a Alex McCormack, un ingeniero estructural especializado en el diseño de edificios sostenibles.
McCormack, que trabajaba para el Ayuntamiento de Bruselas, le comentó que el coste anual de las goteras en los edificios de la ciudad, tanto por el derroche de agua como por los daños estructurales, ascendía a cientos de miles de euros. Un coste que, en muchos casos, se ve agravado porque las fugas no se detectan o no se notifican. A lo que hay que añadir el riesgo para la salud que suponen las humedades y el moho que crean.
Así fue como fundaron Shayp, una startup dispuesta a eliminar las goteras gracias a unos sensores inteligentes que ha desarrollado. Instalados en los contadores de agua, estos sensores son capaces de medir el consumo, detectar fugas y alertar a los propietarios en tiempo real.
Se trata de una solución tecnológica que no solo ahorra dinero, sino que permite un uso más eficiente del agua, mucha de la cual se tira, nunca mejor dicho, por el desagüe. “Nuestro impacto ambiental es real, tangible”, asegura De Hemptinne.
De Hemptinne, que además del MBA del IESE tiene un máster en Ingeniería informática de la Escuela Politécnica de Lovaina, aporta gestión y conocimiento digital a la empresa, de la que es director de operaciones. Los otros dos fundadores de Shayp son McCormack, que ocupa el cargo de CEO, y Zineddine Wakrim, director de tecnología.
Nuestro impacto ambiental es real, tangible.
El COVID-19 obliga a repensar la estrategia y la financiación
Pero justo cuando Shayp se preparaba para expandirse llegó el COVID-19 y, como ha ocurrido en empresas de todo el mundo, sus planes dieron un vuelco.
Tras captar 350.000 euros en su primera ronda de financiación, la empresa se disponía a cerrar otros tres millones de euros en una segunda ronda a finales de marzo. Pero, debido a la crisis del coronavirus, los inversores se mostraron más cautos, hasta el punto de que algunos se echaron atrás. Haciéndose cargo del estado de ánimo de los inversores, Shayp adoptó una actitud igualmente prudente y rebajó sus objetivos de financiación, buscando aumentar su financiación en cantidades más pequeñas a medida que vaya creciendo.
Esta estrategia dio frutos en diciembre, cuando la empresa levantó 1,9 millones de euros en una ronda liderada por Signa Innovations, de Alemania, y AMAVI Capital, de Bélgica; dos inversores europeos de capital de riesgo especializados en tecnologías inmobiliarias. Los fondos permitirán a Shayp expandirse en países europeos vecinos y crecer en su segmento de propietarios inmobiliarios B2B.
Por otro lado, el confinamiento supuso un obstáculo logístico insalvable, puesto que la empresa no podía entrar en los edificios para instalar nuevos sensores. Este impedimento produjo problemas de flujo de caja a principios de año, que se resolvieron en parte con ayudas del Gobierno belga.
Shayp aprovechó el impasse del confinamiento para revisar su estrategia. “Nos pusimos a pensar en el negocio y la estrategia”, dice De Hemptinne. El resultado ha sido apostar por una estrategia de venta directa en lugar de llegar a acuerdos con las aseguradoras. Estas son sus clientes por antonomasia, dado el gran volumen de partes por goteras que existe, pero los contratos son más largos y de mayor cuantía.
Los clientes de la venta directa son los propietarios de inmuebles, desde gerentes de instalaciones pequeñas que quieren ahorrar hasta hospitales, escuelas, tiendas o residencias de estudiantes. También se han interesado los responsables urbanísticos municipales, siempre atentos a los costes. “Nos dirigimos a todas aquellas personas que quieren reducir su factura del agua”, resume el emprendedor. Además, COVID-19 ha hecho que la gente se preocupe más por el riesgo de daños causados por una fuga de agua en los edificio vacíos.
Productivos y positivos durante el confinamiento
Al igual que las demás empresas, Shayp ha aprendido lecciones muy valiosas respecto al teletrabajo durante la pandemia. Desde celebrar reuniones virtuales sobre asuntos como el desarrollo de producto hasta mantener la moral alta en remoto, explica De Hemptinne, que vivió también confinado el nacimiento de sus gemelos, a finales de marzo. Bélgica ha registrado una de las tasas de mortalidad por COVID-19 más altas del mundo en relación con su población, aunque también se ha apuntado una posible sobrerrepresentación de las cifras oficiales.
Levantado el confinamiento, Shayp ha escalonado los niveles de ocupación de sus oficinas, además de recurrir a un espacio de coworking de gran tamaño y casi vacío que tiene cerca. La empresa ha mirado de ayudar a los empleados –cuenta con ocho a tiempo completo y dos becarios– más temerosos de usar el transporte público.
La experiencia en su conjunto le ha servido a De Hemptinne para cobrar conciencia de la importancia de la adaptabilidad, sobre todo como emprendedor. “Las cosas pueden cambiar en cualquier momento”, concluye.