Noticias
El Acuerdo de París, una oportunidad de negocio para las industrias de la energía y el automóvil
14 Encuentro del Sector Energético
10 de febrero de 2017
La energía limpia ha venido para quedarse y el cambio es ya irreversible. Lo es a pesar de Trump y del enorme reto que supone descarbonizar la economía mundial en un horizonte de 30 años.
Así lo afirmó Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Acción por el Clima y la Energía, durante el 14 Encuentro del Sector Energético, organizado por el IESE con el patrocinio de Deloitte y que se celebró ayer en el campus de Madrid bajo la dirección académica del profesor Juan Luis López Cardenete.
Bajo el lema Arquitectura Energética en Transición, el encuentro reunió a profesionales y académicos, reguladores y gestores, interesados en conocer y debatir los cambios legislativos, económicos, tecnológicos y sociales que acompañarán al Acuerdo de París (2015) y a la nueva gobernanza climática global cuyo objetivo último es evitar que la temperatura de la Tierra aumente hasta dos grados más en el año 2100.
En la línea del comisario Cañete, los expertos y profesionales dejaron claro que la transición no será ni rápida ni fácil, pero sí irreversible. Por esto, recomiendan que la sustitución de los recursos fósiles por energías limpias se realice de manera progresiva, ordenada y realista teniendo en cuenta las perspectivas demográficas y la demanda.
Objetivo: menos emisiones de CO2
En la actualidad, el 80% del consumo mundial de energía se basa en el carbón y los productos petrolíferos, y las emisiones de CO2 superan los 32.000 millones de toneladas, según datos de la Agencia Internacional de la Energía.
Sólo un escenario ambicioso la reducción hasta el 58% del peso de los combustibles fósiles en las economías resulta acorde con el objetivo de los 2ºC y bajaría el peso de las emisiones a 18.000 millones de toneladas.
Menos costes, más inversiones e innovación
Con todo, y a pesar de las dificultades, las industrias no descartan que los retos vengan acompañados de numerosas oportunidades.
A ellas se refirió Alberto Amores, socio de Deloitte, quien recordó que si se hicieran bien las cosas, el coste medio del suministro eléctrico podría reducirse a la mitad, desde los 119 euros el MWh hasta los 65/75 euros MWh, y las inversiones anuales podrían superar los diez mil millones de euros hasta el año 2050.
Amores apoyó estas afirmaciones en los datos recogidos por el informe Un Modelo Energético Sostenible para España en 2015, elaborado por la consultora hace unos meses.
Más explícito fue Mario Armero, vicepresidente ejecutivo de Anfac, la patronal de la industria automovilística. La industria del automóvil está en un momento absolutamente disruptivo y los cambios que se avecinan en los próximos cinco años serán mucho más revolucionarios que los que se han producido en el último siglo.
Lo relevante, a su juicio, es que estos cambios sean aprovechados y beneficien a la industria nacional. Las marcas han avanzado ya la llegada de 75 nuevos modelos de coches eléctricos y lo que nosotros deseamos es que una gran parte de esa producción se realice en nuestras fábricas, afirmó.
Armero dibujó un escenario en el que el coche eléctrico convivirá con los coches bajos en emisiones. El directivo advirtió que para la reducción de las emisiones de CO2 es tan importante la irrupción del coche eléctrico como la renovación de los parques automovilísticos que en el caso de España tiene una antigüedad de 12 años. Además, claro está, del uso racional de los vehículos, una conducción eficiente, una mejora de los motores tradicional y diésel, y también de los biocarburantes.
El mundo necesita coches y es imprescindible que España mantenga su liderazgo en este sector, a pesar del radical cambio de modelo de negocio que se avecina, concluyó el vicepresidente ejecutivo de Anfac.
Energía limpia, el catalizador del crecimiento del futuro
También a las nuevas oportunidades de negocio se refirió Miguel Arias Cañete. El comisario europeo, además de señalar su convencimiento de que las conexiones energéticas con Francia estarán listas en 2025 y la nueva del Medgaz en 2022, señaló que la Comisión Europea no sólo pretende que Europa e adapte a la transición impuesta por el Acuerdo de París (en este sentido la Unión Europea se ha comprometido a reducir las emisiones de CO2 en al menos un 40 % de aquí a 2030), sino que la lidere.
Por ello, insistió en la necesidad de que el continente asuma el mando en la fabricación de baterías de segunda generación. Nuestro objetivo es demostrar que la transición hacia una energía limpia es el sector de crecimiento de futuro, y ahí es precisamente donde está el dinero inteligente, señaló.
Cañete recordó que las energías limpias atrajeron en 2015 una inversión global superior a los 300.000 millones de euros y que la UE está bien situada para utilizar sus políticas de I+d+i a fin de convertir esta transición en una oportunidad industrial concreta. Creemos que es posible movilizar hasta 177.000 millones de euros de inversión pública y privada al año a partir de 2021, generar un aumento de hasta un 1 % del PIB durante la próxima década y crear 900.000 empleos nuevos, concluyó.