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Cómo ha afectado el coronavirus al sector de la alimentación
Tres altos directivos analizan el impacto de la pandemia en la industria
"Teníamos que conseguir que al día siguiente las estanterías estuviesen llenas. Eso da confianza, mucho más que las palabras".
18 de junio de 2020
Primero fueron productos básicos, como las conservas o el papel higiénico. Después, llegaron las bebidas y los aperitivos. Y finalmente, las harinas y las levaduras. Confinamiento y cesta de la compra han ido cada día de la mano durante los últimos tres meses.
Los estados de ánimo generados por la crisis sanitaria del COVID-19 en España se han reflejado de manera casi inmediata en el sector alimentario, que ha tenido que adaptarse a toda velocidad a un comportamiento del consumidor que cambiaba tan rápido como la situación que estábamos viviendo. Desde el primer día de la pandemia, la industria alimentaria ha adquirido toda su dimensión como actor económico y social esencial, y ha afrontado todo tipo de retos desde el punto de vista de la dirección de empresas, especialmente en gestión financiera, operativa y logística.
Para analizar lo ocurrido en este tiempo, el profesor del IESE Adrián Caldart habló con tres altos ejecutivos del sector en la sesión online “Sector Alimentación y Bebidas: retos y lecciones aprendidas de la pandemia”: Josep Maria Bonmatí, director general de AECOC, Mauricio García de Quevedo, director general de FIAB, y Josep Tejedo, director general de Mercabarna.
Cuando las ventas suben un 179%
Los tres directivos coincidieron en destacar como primer gran desafío la necesidad de garantizar el abastecimiento y la seguridad en un momento de incertidumbre sin precedentes. “Lo más importante ha sido entender cuál es nuestra verdadera misión”, aseguró Bonmatí. “Somos un agente esencial de la economía y teníamos que conseguir que al día siguiente las estanterías estuviesen llenas. Eso da confianza, mucho más que las palabras. Y lo hemos hecho con nota. Hemos sido de los mejores países del mundo en roturas de suministro, con muy pocos casos, en condiciones de cambio continuo y con un incremento muy desigual en las compras, en algunos casos del 179%”.
El desconocimiento y la falta de información fueron otros dos factores decisivos que todas las empresas tuvieron que afrontar, principalmente durante las primeras semanas del confinamiento. “Combatir el miedo es muy difícil, pero gracias a la solidaridad que se ha dado en todo el sector, nadie ha dudado en ningún momento de la fiabilidad de los alimentos ni de la seguridad en los establecimientos, tanto en grandes como en pymes. Eso no ha sido casualidad. Lo hemos hecho con comunicación y colaboración”, destacó Tejedo.
La clave en esos días –señaló Tejedo– fue el foco en el corto plazo: “No mirábamos más allá de seis horas y teníamos reuniones diarias con el Ministerio para adaptarnos constantemente a la situación. Por eso lo conseguimos”.
“Ha habido mucho intercambio de información entre compañías y eso nos ha permitido tomar decisiones muy rápido. Hemos aprendido mucho entre competidores”, añadió Bonmatí.
La amenaza de la crisis
“No es cierto que la alimentación no esté sufriendo los efectos de la crisis económica”, afirmó García de Quevedo. “Aunque hubo un gran pico de demanda fruto del miedo, poco después el consumo se empezó a ajustar a la realidad de la población. Además, hay mucha incertidumbre en la hostelería y en la parte de nuestro sector que está íntimamente vinculada a estos negocios. Por eso ya estamos trabajando en propuestas público-privadas para reactivar el sector, ya que para superar una crisis cada pequeña empresa tiene un papel vital”.
Para Bonmatí, la era de los aplausos dio paso enseguida a la gravedad del futuro inmediato: “Hay una gran dosis de desconfianza en cuanto al futuro y las consecuencias sobre la hostelería podrían ser muy duras, al tratarse de un sector vulnerable y con muy baja liquidez. La primera etapa de créditos ha funcionado bien, pero los ERTEs no son suficientes ahora mismo y el problema es la incertidumbre de cara al año que viene. Es imprescindible aclarar mejor las condiciones para que todos los establecimientos puedan reabrir con garantías. Además, el consumidor está muy comprometido con ayudar. La gente quiere que el sector funcione”, explicó.
“Tampoco hay que olvidar que en solo tres meses hemos llegado al pico de necesidad de donación de alimentos de la última crisis”, añadió. “Pero lo importante es que todo el sector se está volcando y todos debemos aportar para que cada negocio funcione y pueda crear empleo”.
Hacia un consumidor cada vez más consciente
Implicación social, sostenibilidad, comercio electrónico, productos más saludables… Según los expertos, la crisis del COVID-19 servirá sobre todo para acelerar una serie de demandas que el consumidor ya venía reclamando en los últimos años. “Nuestra visión del negocio seguramente es algo diferente”, reconoció Tejedo. “El ciudadano nos está pidiendo mucho más que un servicio; nos exige que colaboremos. La RSC ya no es una opción voluntaria”.
En opinión de García de Quevedo, surgen dos grandes oportunidades: “Por un lado, debemos aprovechar la buena reputación social que tenemos actualmente como sector y, por otro, la importancia que el consumidor da a la seguridad. Además, creo que iremos hacia cadenas de aprovisionamiento más cortas, flexibles y fiables, y hacia un gran impulso a la digitalización”.
Según Bonmatí, los fabricantes se deben plantear una relación más directa con el consumidor y con sus preocupaciones: “Incluso en productos de marca blanca, el cliente no busca solo el precio; se trata de la escena y de la experiencia de compra, de lo que transmite. Por ejemplo, en relación con la sostenibilidad, el envasado es fundamental”.
“El precio va a tener más protagonismo a causa de la crisis”, confirmó Tejedo. “Pero el consumidor seguirá pidiendo menos plástico, más frescos, mayor proximidad y más productos ecológicos. Y debemos ser capaces de unir ambos elementos. Por otro lado, el comercio electrónico seguirá avanzando y no será una situación de emergencia como la que hemos vivido, sino una tendencia más estable”.