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¿Cambiarán robótica e inteligencia artificial la tendencia en favor de Japón?
Un evento de Alumni en Tokio analiza el acceso al crecimiento
Kazuhiko Toyama, CEO de Industrial Growth Platform Inc.: “La utilización de la robótica en la industria japonesa no tiene las repercusiones sociales que se pueden dar en otras culturas” / Foto: Megumi Asaoka
15 de marzo de 2016
“Todavía nos queda un largo camino hasta recuperar nuestra verdadera competitividad, pero ahora tenemos la ocasión de reformularla”. Así se expresó Kazuhiko Toyama, CEO de la consultora de apoyo gerencial Industrial Growth Platform Inc., en un evento con antiguos alumnos y amigos del IESE que tuvo lugar en Tokio este mes.
El empleo vitalicio ha “inmovilizado” a los líderes empresariales
El “Kaisha” japonés, es decir, el modelo laboral de las empresas basado en los empleos de por vida, funcionó bien en el pasado, aseguró Toyama, porque las condiciones económicas han sido “homogéneas y muy comunitarias” a lo largo de varias décadas.
Aunque la globalización y la revolución digital han alterado este entorno empresarial, el éxito de este modelo basado en la inmovilidad de las organizaciones mantuvo a los líderes empresariales japoneses y a las grandes compañías del país en un estado psicológico de inercia: “una especie de maleficio”, aclaró Toyama. La prueba es que en 1995, un 28 por ciento de las empresas del Fortune Global 500 eran japonesas, mientras hoy apenas representan el 12 por ciento. En cambio, la proporción de empresas estadounidenses se ha mantenido en un porcentaje similar.
¿Cambio, y por lo tanto, oportunidad?
No obstante, las últimas tendencias podrían ser favorables a Japón, explicó Toyama. En primer lugar, debido a la cultura nacional de excelencia operativa, que aún está muy presente en la ética de las empresas. Por otra parte, con la digitalización aparecen nuevas oportunidades, entre ellas la inteligencia artificial (IA), un área en la que las empresas japonesas mantienen el liderazgo competitivo global.
“La IA y la robótica tienen una orientación mecánica que es perfecta para las excepcionalmente operativas empresas japonesas”. Además, la demografía cambiante del país podría constituir una “excelente base social”.
El envejecimiento de la población está llevando a una situación de falta de trabajo crónica. Pero eso también significa que en Japón, un lugar donde “nadie se queja del uso de robots”, se podría probar el alcance real de la robótica para sustituir el trabajo humano en sectores como la construcción o el automóvil, sin “incurrir en las repercusiones sociales que se darían en otras culturas”.
Aquí es donde Toyama ve una oportunidad para reestructurar el “anticuado e ineficiente” sector japonés de los servicios.
El acceso al crecimiento
“El objetivo es el crecimiento continuo”, asegura Toyama. “Así que la pregunta pertinente es: ¿somos lo bastante valientes como para alcanzarlo?”.
Para ello, las empresas pueden recurrir a algunos atajos, considera el directivo. “Para lograr una innovación abierta tienes que convertirte en una organización abierta”.
Toyama cita el ejemplo de Toyota, que ha establecido un equipo de innovación independiente en Silicon Valley, saltándose así las restricciones corporativas.
Las empresas también deberían apoyar el desarrollo de spin-offs, y estar en contacto con socios externos para introducir esa “tan necesaria” diversidad.
Invertir en el futuro
El director general del IESE, Jordi Canals, agradeció a Toyama su “excelente, lúcido y útil panorama de la economía japonesa, que tiene analogías con cualquier tipo de economía del mundo”, porque los retos del Japón, explicó, son, hasta cierto punto, los mismos que los de la mayoría de las economías desarrolladas del planeta.
“Parece que los mercados de capital, los políticos y las empresas están dominados por los horizontes a corto plazo. “El reto aquí”, aventuró Canals, “es que el tipo de regeneración que necesitan las empresas en Japón, en Estados Unidos y en Alemania es una regeneración en la gestión, y eso implica una inversión a largo plazo”.
Toyama coincidió, añadiendo que quizá haya llegado el momento de que Japón acabe definitivamente con la educación y la formación para los empleos vitalicios.