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Buenos hábitos y tecnología para un futuro más saludable
Los consejos de Valentín Fuster en el 25 Encuentro del Sector Sanitario
22 de noviembre de 2018
El Dr. Valentín Fuster, eminente experto en enfermedades cardiovasculares, ofreció datos reveladores a los asistentes al 25 Helthcare Industry Meeting organizado por el IESE y McKinsey.
“Solo el 2% de las personas de esta sala no presenta alguno de los siete factores de riesgo [asociados a enfermedades cardiovasculares]”, aseguró el Dr. Fuster, physician-in-chief y director del Mount Sinai Heart Center de Nueva York.
No obstante, añadió a su presentación en Barcelona una brizna de optimismo; si se potencia la prevención temprana será más fácil combatir las enfermedades cardiovasculares, por lo que urge apostar por la prevención frente al tratamiento. Según el Dr. Fuster, en 2017 el coste de los tratamientos cardiovasculares en los Estados Unidos ascendió a 400.000 millones de dólares.
“Esto no es sostenible, no puede seguir así. Hay que hacer algo”, sentenció.
Según el Dr. Fuster, hay que tomar conciencia de los siete factores de riesgo para prevenir futuras enfermedades. Dichos riesgos abarcan tres áreas: mecánica (obesidad y alta presión arterial), química (colesterol alto y niveles altos de azúcar en sangre/diabetes) y comportamiento (tabaquismo, malos hábitos alimenticios y sedentarismo).
¿Cómo puede la comunidad médica abordar tales riesgos, tan extendidos que la mayoría de personas de más de 50 años presentan como mínimo uno de ellos? Según Fuster, el mejor plan de choque pasa por prestar más atención a las enfermedades que afectan a las mujeres y en promover la salud cardiovascular en todas las franjas de edad, empezando por los niños.
“El entorno en la infancia afecta enormemente a la salud en la edad adulta”, afirmó. Para inculcar buenos hábitos en los niños, el Dr. Fuster cree que hay que reforzar “los hábitos emocionales que evitan las adicciones”, como por ejemplo enseñar a decir no antes de que las tentaciones de los adultos, como el alcohol o el tabaco, entren en escena. Incluso los jóvenes y los adultos de mediana edad puede beneficiarse de tomar consciencia de los riesgos cardiovasculares, ya que es más fácil cambiar los hábitos poco saludables antes de los 50.
La prevención en los estadios tempranos y medios de la vida, además de disminuir la probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares, fortalece las defensas contra disfunciones cognitivas, incluido el azote del Alzheimer. El Dr. Fuster aseguró que si se ignoran los siete factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, “se ocluyen los vasos que riegan al cerebro”, lo cual puede derivar en demencia.
La buena noticia es que los avances tecnológicos y de otra índole han permitido alcanzar importantes logros en materia de detección y cuidados preventivos, sobre todo en el campo de la diagnosis por la imagen, pero también en los métodos para determinar las vulnerabilidades genéticas de los pacientes frente a enfermedades crónicas.
Según el Dr. Fuster, “dentro de cinco años dispondremos de un artilugio que introduciremos en las piernas de los pacientes. Los médicos podrán analizar los factores de riesgo hablando con el paciente y a partir de unas pocas mediciones. Y sabremos todo lo que haya que saber”.
Fuster ha obtenido estas conclusiones a partir de siete estudios de casos en Madrid, Bogotá y Nueva York que, junto a otros colegas, emprendió en 2005. A pesar de las diferencias demográficas, el Dr. Fuster remarcó la preponderancia de un rasgo común: la importancia que tiene una educación comunitaria compartida para hacer frente al deterioro cardiovascular y cognitivo.
“No bastará únicamente con los esfuerzos de la comunidad médica: toda la comunidad debe involucrarse”. Y eso incluye a todos sus miembros, hasta los más jóvenes. De hecho, el Dr. Fuster aseguró que “los niños influyen más en el comportamiento de los padres que viceversa”.
El mismo concepto de comunidad y recursos compartidos cobró gran importancia en el debate que abordaba los nuevos modelos de negocio para una sanidad sostenible. “Uno de los grandes problemas estriba en los silos [dentro de la comunidad médica]”, sentencia Vicenç Martínez, gerente del hospital Vall d’Hebron, en referencia a la fragmentación entre, por ejemplo, el médico de familia de un paciente y los doctores del hospital. “Necesitamos un cambio cultural, y mensajes claros”, afirmó.
Martínez, coincidió con los otros ponentes, Nabil Daoud (Presidente de Lilly en España, Portugal y Grecia), y Ángel Fernández (Presidente y Director General de MSD en España y Portugal): el cambio lo abanderará la inversión en tecnología pero, sobre todo, la apuesta por la atención personalizada.
Es posible que el principal motor del replanteamiento del modelo económico y su aplicación en sanidad estribe en la información. Para Martínez, “el big data en el campo de los ensayos clínicos” es la mejor herramienta para mejorar la atención personalizada.
Por último, y haciéndose eco de la llamada a la prevención del Dr. Fuster, los ponentes también apostaron por la educación como el mejor catalizador para un nuevo modelo de sanidad. Y aunque no será fácil, el trabajo invertido en complejos ensayos clínicos permitirá que tanto los pacientes como la industria sanitaria obtengan grandes beneficios en el futuro.