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7 medidas para que España innove
Fundación I+E e IESE extraen lecciones de las multinacionales globales implantadas en nuestro país
23 de febrero de 2017
El centro mundial de tecnología de impresión 3D de Hewlett-Packard en Cataluña, el desarrollo de un ascensor sin cable por parte de Thyssen en Asturias, o la investigación sobre diseño y optimización de redes de Ericsson en Andalucía son ejemplos de los proyectos de investigación punteros impulsados en España por multinacionales extranjeras.
Este tipo de corporaciones suponen un 35,2% de la inversión privada en I+D que se realiza en el país y contribuyen al empleo de calidad, además de facilitar la conexión con redes internacionales de I+D+i.
Por eso es básico que las administraciones públicas favorezcan la afluencia de estas grandes compañías, como señala el estudio El cambio hacia una España innovadora: el impulso de las multinacionales, elaborado por el profesor del IESE Pascual Berrone y María Luisa Blázquez, y que se ha presenta hoy en Madrid.
Más debilidades que fortalezas
Impulsado por el Centro Internacional para la Competitividad del IESE junto a la Fundación I+E, el estudio profundiza en las fortalezas y los retos de España en innovación mediante un minucioso análisis en 360º, en el que distingue tres apartados: la aportación de recursos, los facilitadores de eficiencia y la obtención de resultados.
Entre las ventajas comparativas de España, destacan el número de científicos e ingenieros bien formados; la posición en cuanto a suscripciones de banda ancha; la cantidad de exportaciones de productos de media y alta tecnología, y el volumen de ventas derivadas de la innovación de productos.
Aun así, los autores del documento advierten que la desventaja de España respecto a otros países de Europa Occidental, Estados Unidos y Japón es patente: España es uno de los pocos países europeos que entre 2008 y 2015 empeoró en materia de innovación, y su posición no se corresponde a la que debería por su PIB per cápita.
Según el informe, el margen de mejora de España es muy grande, ya que debería potenciarse la inversión en I+D, la calidad de las instituciones científicas, la calidad de la educación en ciencias y matemáticas, la protección de la propiedad intelectual, las leyes relativas a la investigación científica y la cooperación tecnológica.
7 medidas clave
Tras identificar estas carencias que sitúan a España al nivel de Italia, Portugal y Grecia, el documento propone una serie de medidas para facilitar el avance en todas estas variables.
- Aumentar la inversión pública en I+D hasta el 0,7% del PIB, nivel en que se sitúa la media europea. País Vasco, Navarra, Madrid y Cataluña son las comunidades que realizan un mayor esfuerzo en este campo.
- Facilitar las condiciones regulatorias, fiscales y de infraestructuras para aumentar la inversión privada en I+D. Irlanda es un buen ejemplo a seguir: las multinacionales extranjeras son responsables del 71% de las inversiones en innovación gracias a los beneficios de su régimen impositivo.
- Orientar la inversión extranjera hacia los sectores más innovadores. En España son los de vehículos a motor, consultoría, construcción aeronáutica y naval, I+D y productos informáticos.
- Mejorar la calidad de la educación en ciencias y matemáticas. Japón es una referencia de la que se pueden aprender lecciones interesantes, ya que destaca por aspectos como la orientación práctica, la meritocracia, el compromiso por la mejora continua del currículum del investigador o la reverencia por quienes se dedican a enseñar.
- Elevar el nivel de las infraestructuras científicas, tal y como ocurre en Finlandia. En el país nórdico existe un sistema de evaluación de la efectividad de la innovación y de las instituciones dedicadas a esta actividad, así como una estructura gubernamental de centros de investigación extensa.
- Reducir la sobrerregulación, simplificar los procedimientos y asegurar la protección de la propiedad intelectual. Son aspectos donde la desventaja de España con respecto a la media de la OCDE es clara y suponen un auténtico lastre para la inversión privada en I+D.
- Fomentar la cooperación en innovación. Para ello, ha de dotarse a los centros tecnológicos de recursos suficientes y aumentar su especialización. En este sentido, es importante orientarse a la investigación aplicada y las necesidades reales de las empresas, además de fomentar la participación de los investigadores extranjeros y el intercambio científico. Suiza es el país de referencia en este ámbito, ya que dedica el 3% del PIB a inversión en I+D y es uno de los líderes en producción de patentes y obtención de ingresos gracias a las medidas adoptadas a nivel federal.
Helena Herrero, presidenta de la Fundación I+E, apunta que en España necesitamos un verdadero proyecto de país, basado en el mayor consenso posible, que acometa las políticas inaplazables en materia de innovación, industrialización, educación y empleo, y que contemple el cambio de modelo económico y productivo.
El Prof. Pascual Berrone, autor del informe, afirma que solo se obtendrán resultados satisfactorios en términos de competitividad y empleo si se cumplen dos condiciones: primero, que exista acuerdo en la dirección que España debe tomar en materia de innovación; y, segundo, que cada parte cumpla su compromiso con responsabilidad. Muchas veces la dificultad no está en consensuar ideas, sino en implementarlas.
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