IESE Insight
Cómo financiar la lucha contra el cambio climático
¿Dónde se debe invertir el capital privado de billones de dólares para abordar el cambio climático y financiar la transición verde?
- La toma de decisiones financieras y los riesgos asociados al clima están ligados, y su relación será clave para lograr la transición climática.
- El transporte y la alimentación representan un 40% de los gases de efecto invernadero. Serán unos de los más afectados por las políticas contra el cambio climático.
- Un buen gobierno corporativo, el activismo de los accionistas y una junta directiva comprometida contribuyen a que las empresas busquen resultados más sostenibles.
“¿Qué pasará con las hipotecas a 30 años –un pilar fundamental de las finanzas –si los acreedores no pueden estimar el impacto del riesgo climático para un horizonte tan extenso, y si no hay un mercado viable para seguros sobre inundaciones o incendios en áreas afectadas?”, se preguntaba el presidente de BlackRock, Larry Fink, en una carta a sus accionistas.
Fink fue uno de los primeros en alertar sobre la importancia de que las empresas luchen contra la crisis climática. No es el único. Muchos inversores a largo plazo, incluidos los fondos de pensiones y los fondos soberanos, temen que la falta de acción pueda poner en peligro los retornos a largo plazo de sus activos. El coste de la inacción será muy superior al de actuar ahora.
Pero ¿qué hacer? Esa es la pregunta que Nuno Fernandes, profesor del IESE, aborda en su nuevo libro, Climate Finance. La toma de decisiones financieras y los riesgos asociados al clima están ligados, y su relación será clave para lograr la transición climática.
Las empresas no son inmunes al cambio climático
El cambio climático ya ha comenzado a afectar la vida de las personas, pero los peores efectos están por venir. Tanto el cambio climático, como las políticas públicas relacionadas, representan riesgos para las empresas, bancos, gobiernos e inversores.
Cada vez son más las empresas que toman conciencia de que sus activos no están seguros, y que algunos de ellos deberán desaparecer por completo. Aunque eso afectará de manera desproporcionada a algunas regiones de Asia y otras menos desarrolladas, las economías avanzadas también se enfrentarán a consecuencias adversas. Además de sucesos climáticos extremos, como las previsiones de que Miami tendrá entre 40.000 y 98.000 hogares en riesgo de inundaciones para 2060 y 2100, respectivamente, también habrá un aumento de la inflación, las interrupciones en la cadena de suministro, el coste de la atención médica y los problemas de productividad.
A nivel mundial, cada sector se enfrenta a diferentes grados de riesgo. Los que más contribuyen a las emisiones de CO2 (el transporte y la alimentación, representan alrededor del 40% de los gases de efecto invernadero) serán los más afectados. A medida que cambien las políticas climáticas, como regulaciones y restricciones en el uso de ciertos recursos, esos sectores deberán hacer frente a los costes de transición. Los directores financieros necesitan considerar los posibles impactos en las operaciones de la empresa.
Incluso los sectores que no se ven directamente afectados deberán adaptarse a los cambios en los mercados, tecnologías, reacciones de los grupos de interés y ámbito regulatorio. Como apunta Fernandes, existe evidencia empírica de los vínculos entre las acciones financieras y los riesgos y oportunidades relacionados con el clima.
Los límites de las políticas ESG
El ESG está de moda; los inversores socialmente conscientes buscan aplicar criterios positivos para el medio ambiente e invertir en activos sostenibles. Pero esos activos, demuestra Fernandes, pueden ser altamente vulnerables al ecopostureo. Este no siempre es intencional; en ocasiones, responde a una falta de claridad y homogeneidad de los criterios y calificaciones ESG, que pueden incluir puntuaciones en educación, esperanza de vida y otros parámetros de desarrollo.
Por ejemplo, Arabia Saudí –que contribuye con más de 18 toneladas de emisiones anuales de CO2 per cápita y cuyo Gobierno posee la compañía petrolera más grande del mundo– puede recibir una buena calificación ESG debido a altas puntuaciones en otras áreas, como el capital humano y la educación. Por otro lado, muchas empresas se han enfrentado a episodios de ecopostureo, como el caso de IKEA adquiriendo madera ilegalmente talada en Ucrania para su fabricación de muebles o H&M desechando ropa "reciclada" en países en desarrollo.
Mantener la credibilidad de los activos sostenibles exige validar que se cumplen los criterios ESG. Además, otros actores –como los proveedores de servicios de la cadena de valor, gestores de activos, bancos, proveedores de índices, agencias de calificación, organizaciones de estándares y reguladores– también tendrán que responder a nuevos requisitos.
Enfoque múltiple para la financiación climática
¿En qué consiste una respuesta financiera a los riesgos del cambio climático? No es una sola, sino que implicará muchos instrumentos financieros trabajando en conjunto con iniciativas públicas.
Un área en desarrollo es el de productos financieros verdes, aunque cada uno tiene sus desafíos y limitaciones. Existen bonos verdes, que son emitidos por instituciones para financiar proyectos comprometidos con el medio ambiente. Otros son bonos de transición, financiación de proyectos y préstamos verdes vinculados a la sostenibilidad. No son exclusivos del mundo occidental: entre 2012 y 2019, China emitió un total de 142.000 millones de dólares en bonos verdes, el 76% del total emitido en mercados emergentes durante ese período.
Los mercados de capital y los inversores tienen un papel clave en la financiación de la transición y canalización de flujos de capital hacia proyectos sostenibles. Además, un buen gobierno corporativo, el activismo de los accionistas y una junta directiva comprometida son igualmente importantes para guiar a las empresas hacia resultados más sostenibles. Mientras tanto, se deben aplicar métricas apropiadas donde sea necesario evaluar el riesgo climático y la sostenibilidad de los proyectos.
Aunque el sector privado tiene un papel importante que desempeñar en la transición, los gobiernos son clave para la regulación y el establecimiento de incentivos. Las medidas deben incluir divulgación y transparencia, apoyo a los países más afectados por el cambio climático (o la transición) y la regulación del mercado financiero.
Capital natural
A largo plazo, apostilla Fernandes, todas estas técnicas requieren un cambio en la forma en que vemos la naturaleza: como un bien público y un activo de capital. Como cualquier otro tipo de capital, el natural puede contribuir al crecimiento económico y debe considerarse como un recurso y oportunidad.
El desarrollo tecnológico, las limitaciones de los recursos y las reacciones de los consumidores crearán nuevas demandas y mercados. Todo ello impulsará la innovación. Aquellas empresas que estén preparadas podrán atender esas nuevas necesidades del mercado.
Sobre la investigación
Climate Finance se basa en una amplia experiencia profesional y evidencia empírica de los mercados, investigación académica y casos prácticos de empresas e inversores. Está dirigido a inversores, directivos, consejeros, banqueros que buscan abordar la transición hacia una economía baja en carbono a través de políticas monetarias, y el público en general que busca comprender mejor cómo se relacionan los conceptos financieros y ESG. El libro aborda temas de finanzas sostenibles y marcos relacionados con el clima como el equilibrio necesario entre las necesidades de los inversores y las empresas para lograr una transición climática exitosa.