IESE Insight
Estrategia cortoplacista: más corrupción y menos beneficios
En África y Latinoamérica, los sobornos están relacionados con un bajo nivel de inversión, una visión cortoplacista del negocio y un menor crecimiento a largo de las empresas. ¿Puede un cambio de estrategia empresarial ayudar a erradicar la corrupción? Para el profesor del IESE Giovanni Valentini y otros autores, la respuesta es sí.
La práctica del soborno es un atajo que ayuda a las empresas a sortear el papeleo de los países más burocráticos, apuntan algunos. Pero, ¿propicia algo tan importante para las economías emergentes como el crecimiento a largo plazo?
La realidad es que, según investigaciones previas, la corrupción puede afectar negativamente a la productividad, al crecimiento de las ventas y a la rentabilidad de la inversión. A escala estatal, daña los ingresos fiscales, reduce la inversión y compromete las infraestructuras.
En un artículo publicado en el Strategic Management Journal, Addis G. Birhanu, Alfonso Gambardella y el profesor del IESE Giovanni Valentini confirman que los sobornos afectan negativamente la inversión de las empresas.
Tras analizar el comportamiento y los resultados de firmas que ofrecen sobornos a funcionarios en Latinoamérica y África, los autores concluyen que la corrupción no reduce los resultados a corto plazo de las empresas en ambas regiones, pero, por razones estratégicas y del entorno, sí frustra su crecimiento a largo.
La inversión se resiente
Tal y como advierten los autores, los sobornos ejercen un efecto negativo en la inversión, significativo no solo en términos estadísticos sino también económicos. Así, un aumento de tan solo un 1% de los untos en relación con el volumen de ventas reduce la inversión de la compañía en activos fijos entre el 3,3% y el 11,3%. Y dado que este tipo de inversión es la base del crecimiento a largo plazo de las empresas, los sobornos pueden socavar considerablemente su potencial a largo plazo.
Que esta práctica corrupta impide el crecimiento puede parecer una perogrullada. Después de todo, desvía recursos que podrían dedicarse a la inversión. Pero los autores han hallado que la interrelación entre el pago de mordidas y las limitaciones financieras no es estadísticamente significativa.
Entonces, ¿cómo es que los sobornos perjudican la inversión? En algunas empresas, esta práctica podría ser en realidad fruto de su estrategia. Los autores han podido comprobar que las firmas largoplacistas invierten en activos fijos con la vista puesta en la rentabilidad a largo, mientras que las cortoplacistas sobornan para obtenerla a corto.
La alargada sombra del cortoplacismo
Ciertos estudios achacan esa apuesta cortoplacista a la incertidumbre causada por contextos violentos o convulsos. Así, en lugar de llevar a cabo una planificación a largo plazo, más integral, algunas empresas prefieren seguir una estrategia de supervivencia a corto. Sea como sea, los datos indican que los países emergentes pagan un alto precio por la corrupción.
Pero no hay mal que por bien no venga. La lucha contra la corrupción podría impulsar un enfoque más largoplacista de las empresas y, con él, la inversión y el crecimiento. Y, a su vez, el fomento de esa estrategia podría ayudar a erradicar la corrupción. No será fácil pero, como sabe todo buen directivo, el primer paso es identificar el problema.
Sobre la investigación
Los autores se han basado en dos amplias encuestas realizadas por el Banco Mundial en 2005-2006 y 2009-2010, en las que se peguntaba a las empresas participantes si pagaban sobornos a funcionarios. Centrándose en ocho países latinoamericanos y cinco africanos, han analizado miles de observaciones por compañía y año, estudiado las relaciones dinámicas entre los datos y comprobado su solidez.