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El siglo de Asia: ¿pueden las tensiones geopolíticas ralentizar el ascenso del continente?
Stephen Green, ex-CEO y expresidente de HSBC, Jamesy Laya y Ryukichi Miyabayashi, graduados del MBA y profesionales en activo, destacan el incipiente protagonismo de Asia y el papel que jugará en las próximas décadas en el sector comercial.
Stephen Green. Ex-CEO y expresidente de HSBC
Desde un punto de vista geopolítico, el mundo vive su momento más convulso desde la Segunda Guerra Mundial. Pero, aun cuando la incertidumbre produce vértigo, cualquiera que apostara sobre el futuro podría jugárselo todo a que el XXI va a ser el siglo de Asia.
A pesar de la ralentización del crecimiento de China y de la tensión entre la segunda economía más grande del mundo y Estados Unidos, la historia de éxito de Asia evoluciona al tiempo que su mano de obra barata se sofistica y los países de la región avanzan por la cadena de valor financiera y tecnológica.
Lo cierto es que China ostenta el liderazgo mundial en diversos campos, en particular la tecnología 5G. Nada indica que no vaya a ocurrir lo mismo en otros sectores o que las economías asiáticas más pequeñas no vayan a disfrutar de un despegue tecnológico parecido. Las potencias occidentales siempre han dado por hecho que podrán salvarse de la competencia de Asia por mucho que la ola siga creciendo. Yo no apostaría por ello.
A algunos les irá peor que a otros en Occidente. Asia y Estados Unidos son plenamente conscientes de las fisuras de la Unión Europea y están dispuestos a aprovecharse de ellas. Como ya no está en la primera línea que ocupaba durante la Guerra Fría, el interés estratégico de Estados Unidos por Europa ha cambiado.
La Nueva Ruta de la Seda china, un plan de infraestructuras sin precedentes en la historia moderna, subraya la fragmentación europea ante la competencia de Asia, puesto que los países debaten, por separado, si firmarlo o no. Es tal vez el ejemplo más claro tanto del creciente vínculo entre Oriente y Occidente como de la audacia de Asia a la hora de definirlo.
El gigantesco proyecto también tiene sus grietas, como las rutas marítimas que rodean China o las tensiones en la península de Corea. Pero, pese a sus enormes complejidades geopolíticas, el ascenso de Asia tiene visos de continuar.
Jamesy Laya. Socio de KPMG (mba‘03)
Soy filipino, trabajo en Singapur y tengo clientes por todo el Sudeste Asiático, por lo que me interesa especialmente la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático). La región tiene la tercera fuerza laboral más grande después de China e India y es uno de los mercados que más crecen de todo el mundo. Gobiernos y sector privado invierten miles de millones de dólares en infraestructuras, tecnología y salud para servir a una población de más de 600 millones de personas, relativamente jóvenes y cuya renta aumenta rápidamente.
Este es el segundo año consecutivo que los inversores de capital privado eligen el Sudeste Asiático como el destino de inversión más atractivo. No hay duda de que China, Japón, Corea del Sur e India han liderado el pelotón, pero en los próximos 25 o 50 años la ASEAN será una potencia a tener en cuenta. Una parte significativa de las inversiones en los países de la ASEAN se realiza a través de vehículos que operan en Singapur. Por ello, muchos expertos ven la ciudad-Estado, con su gobierno estable y una ubicación envidiable, como el centro financiero de la región. Estoy convencido de que Singapur seguirá en el centro del pujante Sudeste Asiático en las décadas venideras.
Y esto lo digo a pesar de las tensiones subyacentes con China y el miedo al fuego cruzado del conflicto comercial entre Estados Unidos y China. Pero también existe una presión comercial abrumadora para preservar los vínculos con China, que son cruciales. ¿Podrían estas tensiones impedir que el XXI sea el siglo de Asia? Desde donde estoy sentado, veo que 600 millones de personas apuestan por lo contrario.
Ryukichi Miyabayashi. Jefe de proyecto sénior de Dentsu Innovation Initiative (mba ‘13)
El sueño de una economía única sin fronteras se desvanece, pero la economía digital transfronteriza se expande. En el futuro, necesitaremos un sistema que monitorice las actividades corporativas transfronterizas, además de integrar la regulación existente en cada país. Estas normas abordarán la gestión y monitorización de cada código tributario y la cuestión cada vez más polémica de los datos personales, por nombrar solo dos ejemplos.
Se trata, desde luego, de una tendencia global. Estas regulaciones digitales son un tema candente de la conversación política en Estados Unidos y Europa, cuyo Reglamento General de Protección de Datos podría servir de modelo para el avance de este tipo de normativas.
En cuanto a Asia, creo que la actual confrontación política y comercial entre China y Estados Unidos está acelerando la formación y la pericia reguladora de nuevas potencias económicas en la región. Esto otorgará a varios actores locales un papel importante a la hora de determinar qué medidas económicas se toman contra las empresas que dominan la economía global, entre ellas Amazon, Apple, Facebook y Google.
En concreto, Camboya, Myanmar y Laos están creciendo vigorosamente. Y existe la posibilidad de que un país pujante llene el vacío regulatorio de la región. La pregunta es: ¿qué país asiático dará ese salto?