IESE Insight
Cuatro principios para gestionar tu trayectoria a largo plazo
Cuando te centras solo en las ganancias trimestrales, pones en peligro el crecimiento a largo plazo. Lo mismo ocurre en tu vida y trayectoria profesional. Sigue estos consejos para romper con el foco a corto plazo, tomar perspectiva y adoptar pequeños cambios que transformen tu faceta personal y laboral.
Por Dorie Clark
Pensar a largo plazo es beneficioso. De hecho, los riesgos de la mentalidad a corto son muy papables, como demuestran los ejemplos de empresas que no innovan (Kodak) o de líderes con incentivos para lograr objetivos por la vía más fácil (Wells Fargo). Igual de peligroso es caer en la tentación del corto plazo cuando se trata de tu vida personal y profesional.
Durante los últimos años, me he dedicado a investigar sobre cómo adoptar el pensamiento estratégico en un mundo que empuja hacia la gratificación instantánea y los resultados inmediatos. Para resistirse a la atracción barata de los "me gusta" y los retuits, hay que decantarse por las decisiones difíciles. Existen varios principios para conseguirlo, como los que sugiero en mi nuevo libro The Long Game: How to Be a Long-Term Thinker in a Short-Term World.
A continuación, apunto algunos de mis preferidos. Espero que te sean de utilidad para trazar mejor tu trayectoria profesional.
1. Ve más allá
La aprobación de los demás dan forma a muchas decisiones profesionales. Cuando tales elecciones cosechan elogios de personas de tu campo o sector, de gente a quien respetas, te sientes validado. Es genial, pero el peligro es que te lleva a buscar beneficios a corto en lugar de pensar en cumplir tus ambiciones a largo plazo. Es necesario escoger, de forma consciente, la visión a largo plazo.
Hace unos años conocí a T.J. Wagner. Tras servir en el Ejército de Estados Unidos durante más de siete años, decidió hacer un MBA en el IESE. El lapso de tiempo desde que dejó el Ejército hasta el inicio del curso fue de nueve meses. En ese período, un pensamiento de tipo transaccional, a corto plazo, lo hubiera llevado a realizar prácticas en una empresa para reforzar su currículum y establecer contactos.
Sin embargo, se fue a aprender a navegar a Malasia y Tailandia y obtener una licencia. Cuando la obtuvo, se marchó a Croacia y Grecia para tripular yates durante el verano. Algunos pueden considerarlo un gesto frívolo: ¿de qué le iba a servir? Pero, en lugar de quedar como un punto del apartado de aficiones de su CV, su nueva habilidad le llevó a ser el director del club de vela del IESE. A lo largo de sus dos años en la escuela, fue pescando a otros alumnos amantes de las carreras y creó un equipo con gente de todo el mundo. Eso le permitió crear relaciones duraderas con compañeros de clase y clubes de otras escuelas a los que fue conociendo en regatas europeas.
Cuando se trata de relacionarse, la mayoría somos buenos en el corto plazo, pero ¿con qué frecuencia nos involucramos en el networking de lo que llamo "horizonte infinito", poniéndonos en situaciones que nos exponen a ideas y posibilidades que de otro modo no hubieran surgido?
¿Qué tal si concretas un par de maneras de expandir tu círculo de "horizonte infinito"? Tal vez puedas participar en una asociación de antiguos alumnos, organizar una cena, preparar cócteles virtuales con alguien de un sector distinto, volver a conectar con un viejo amigo o asistir a una conferencia.
Tales apuestas creativas tardan un tiempo en dar frutos, pero suelen ser de lo más transformadoras.