IESE Insight
Perspectivas económicas mundiales para 2023
Desde la creciente inflación hasta las tendencias demográficas, los próximos años están llenos de desafíos para la economía mundial.
Perspectivas económicas mundiales para un 2024 polarizado
En términos económicos, 2022 no fue un año tan malo como se esperaba. Pese a la guerra de Ucrania, registró un crecimiento mundial del 3,4%. No obstante, 2023 se presenta más inestable, con un crecimiento previsto del 2,9% y con la incertidumbre por las nubes.
Para navegar en estas aguas turbulentas, los gobiernos deben fijar su mirada en un objetivo: reformas a largo plazo que generen ventajas competitivas y reduzcan los efectos negativos sobre la economía.
La profesora del IESE Núria Mas hizo estas declaraciones durante una sesión especial en Londres, en la que analizó, de forma extensa, las perspectivas mundiales para 2023. Mas hizo mención a la resiliencia de Europa, las técnicas para vencer la incertidumbre y el doble desafío que supone el cambio demográfico y climático.
¿Quién se encamina hacia la recesión?
El FMI se muestra escéptico respecto a que Reino Unido pueda evitar una recesión. Mas comparte este pesimismo y lo atribuye a la alta inflación y a la presión en el mercado laboral que conduce a un aumento de los salarios mucho más rápido que en el resto de Europa, así como al incremento de los precios de las hipotecas, que dejan a las familias con menos poder adquisitivo. Además, existe el riesgo de una segunda oleada de efectos: los altos salarios pueden hacer que la inflación persista, lo que conduciría a una mayor escalada de las tasas de interés.
Gran parte de los problemas de Reino Unido provienen del brexit, aunque la línea de tiempo dificulta identificar cuántos de ellos se deben al COVID-19. Sea como fuere, la salida británica del mercado europeo ha dejado vacíos en el mercado laboral, sin olvidar que, comparado con los ciudadanos de la UE y Estados Unidos, son muchos más los británicos que tienen una baja de larga duración por enfermedad tras la pandemia.
Fuera del Reino Unido, las perspectivas de esquivar la recesión parecen mejores. Respecto a la UE, Mas se muestra optimista, aunque con cautela. La eurozona ha demostrado su resiliencia y, en gran medida, ha mantenido conexiones con el resto del mundo. Los precios del gas y de las materias primas están bajando y China está reabriendo sus fronteras tras poner fin a su política “cero COVID”, lo que significa que las exportaciones de la UE pueden recuperarse.
China, por su parte, se enfrenta a dos desafíos clave para su propia recuperación: el mercado inmobiliario, con signos de ser una burbuja, y su población, cada vez más envejecida. La confluencia de ambos factores podría conducir a un mayor malestar social. “Siempre digo lo mismo”, explica Mas: “China necesita encontrar una manera de generar suficiente riqueza antes de que envejezca aún más la mayoría de su población”. Mientras tanto, India presenta un buen desarrollo y muestra un gran potencial.
Con los cinco sentidos y a punto para virar
Llegados a este punto, la incertidumbre es un concepto clave. Al margen de hacia dónde se dirijan las tendencias relacionadas con los datos, son demasiadas las variables inciertas que entran en juego y que pueden hacer decantar la balanza de las previsiones hacia un lado u otro.
Según Mas, esto significa que hemos de seguir muy de cerca las implicaciones que conlleven los datos. Hemos de tomar decisiones y seguir el rumbo marcado, pero si los primeros pasos que damos sugieren que hemos cometido errores, hemos de ser ágiles para cambiar de rumbo rápidamente.
Incluso las “victorias” del año pasado están rodeadas de incógnitas. La UE ha reducido su dependencia del gas ruso, en gran medida por la acumulación de reservas y un invierno relativamente suave. De ahí que los niveles de energía sean mejores de lo que se esperaba. Sin embargo, al final, las reservas se agotarán, y está por ver si se podrán reponer a tiempo.
Ayuda a los más necesitados
Muchas personas están viviendo un invierno difícil, con una inflación disparada, en gran medida, por el precio de la alimentación y la energía. Como suele ser habitual, las sociedades más empobrecidas son las más afectadas, ya que, al tener que destinar la mayor parte de su gasto doméstico al pago de productos y servicios básicos, son menos resilientes a los impactos externos. Lo mismo ocurre con los países. ¿Cómo deberían responder los gobiernos?
Se han implementado numerosas políticas públicas destinadas a aliviar el endeudamiento a causa del aumento de los precios y a proteger a los más vulnerables. Mas está a favor de medidas de este tipo, con la salvedad de que no todo el mundo es igual de vulnerable y que no se debería eximir de pagar precios más elevados a todos los segmentos de la sociedad por igual.
“Las intervenciones deberían ser específicas y temporales”, afirmó Mas, contraria a otorgar subsidios generales a todo el mundo. Además, este aumento del gasto se produce de nuevo en el marco de una deuda pública ya elevada, al tiempo que otras causas importantes requieren financiación.
“Necesitamos ayudar a los vulnerables”, defiende Mas, así como “subsidiar las transiciones verde y digital”. Además, muchos países, sobre todo de la UE, pueden requerir un incremento de su gasto en defensa. Y luego están las pensiones al límite: “Hay que hacer renuncias”.
Aun así, son estas reformas estructurales las que precisamente brindan a los países la mayor oportunidad de sortear, a largo plazo, los problemas de la globalización, los cambios demográficos y el cambio climático.
Consecuencias que evitar
No hay otra que estar preparado. Por eso, Mas destaca más asuntos que probablemente afectarán las previsiones económicas mundiales para el futuro.
Uno es la reducción de la globalización en prácticas como el friendshoring, en la que los países limitan sus contactos en la cadena de suministro a aliados y “amigos”. Aparte de la dificultad de definir quién es “amigo” y quién no a partir de un abanico de intereses y valores, en la práctica, el friendshoring aumenta las probabilidades de dirigirnos hacia un mundo bipolar o multipolar. Y eso tiene un precio.
Actualmente, cerca del 40% del comercio mundial está concentrado, lo que significa que los importadores dependen de tres o menos países proveedores para una importación. Y el 75% de esa cifra corresponde a un comercio concentrado a propósito. Es decir, no es que no existan otros proveedores, sino que se elige no trabajar con ellos, lo que reduce la capacidad para superar los choques de suministro.
La demografía también va a cambiar la manera en que interactuamos. Mientras que la población está envejeciendo en todo el mundo desarrollado, excepto en Estados Unidos, continúa creciendo por debajo de la línea del Ecuador. Solo África subsahariana representará la mitad del crecimiento de la población mundial hasta 2050. El desafío será fortalecer las economías en desarrollo lo suficiente como para dar apoyo a sus sociedades y evitar la migración masiva, ya una realidad que, además, se ve agravada por el cambio climático.
Mientras, todos intentamos llevar a cabo la transición verde al mismo tiempo que la transición digital, lo que significa que competiremos por los recursos y el talento.
Estas reformas estructurales no serán fáciles. Ya se sabe: los problemas llegan todos juntos sin pedir turno, y todos exigen ser atendidos a la vez. Los esfuerzos actuales para abordar todas estas cuestiones económicas, en parte, solo surtirán efecto si se adopta una visión a largo plazo de los cambios estructurales.