IESE Insight
Para que las pensiones funcionen, necesitamos una reforma radical
Un sistema mixto de pensiones podría asegurar la jubilación de los jóvenes españoles.
La continuidad del sistema de pensiones de España se encuentra en una encrucijada. La creciente preocupación entre los jóvenes españoles por la viabilidad de sus futuras pensiones no es infundada. Dado el desequilibrio estructural del sistema actual, caracterizado por una esperanza de vida en aumento y una tasa de natalidad en descenso, se ha generado una proporción de trabajadores en activo frente a jubilados cada vez más desfavorable para los primeros.
Si el gobierno español no implementa medidas correctivas, el modelo actual de prestaciones de jubilación, al ritmo que sigue la inflación, se encamina hacia un déficit inevitable.
Pero, por preocupante que parezca la situación del sistema público de pensiones, es poco probable que el país deje de pagarlas a corto plazo. Los votantes, en su mayoría mayores de 50 años (y los más preocupados por este tema), no lo permitirán, porque seguirán votando a políticos que den prioridad a las pensiones.
Ante esta realidad, ¿cómo podemos mantener la sostenibilidad del sistema de pensiones? Una respuesta rápida es que no se puede si no hay cambios.
Para garantizar la sostenibilidad del sistema, se contemplan diversas alternativas, algunas de las cuales podrían implicar la afectación de otros servicios públicos o cambios en las condiciones de jubilación. Algunas opciones son:
- Recortar en otros servicios sociales. Reducir el gasto en áreas como sanidad, educación o mantenimiento de las infraestructuras para destinar más recursos al sistema de pensiones.
- Aumentar los impuestos. Elevar la carga fiscal, ya sea sobre las nóminas o sobre la renta personal, para generar mayores ingresos para el sistema.
- Modificar la edad de jubilación. Posponer la edad a la que los ciudadanos pueden acceder a la pensión para alargar el período de cotización.
Sin embargo, cabe destacar que todas estas medidas podrían generar un impacto negativo en la sociedad, tal y como se evidenció en las protestas del año pasado en Francia. Por ello, necesitamos una reforma radical del actual sistema de pensiones.
Pensiones universales para todos
Establecer la universalidad del sistema de pensiones es el primer paso para asegurar su sostenibilidad a largo plazo. Esto implica que todos los trabajadores, sin excepción alguna, deben contribuir al sistema mediante cotizaciones.
Piénsalo: en los sistemas de pensiones contributivas, las pensiones no son más que una forma de salario diferido. Se trata de ahorros obligatorios que se acumulan durante la vida laboral y se utilizarán para pagar las pensiones. En los sistemas de reparto, la participación de todos los trabajadores es indispensable.
Es importante destacar que estamos lejos de este ideal de universalidad. Aproximadamente, 1,8 millones de mutualistas no cotizan a la Seguridad Social. En su lugar, optan por seguros y planes de pensiones privados. Esta opción es exclusiva para determinados colectivos profesionales, como empleados del sector público o trabajadores agrícolas. En conjunto, representan una minoría significativa, pero su falta de participación en el sistema público de pensiones podría tener un impacto negativo en el mismo, al impedir la entrada de sus contribuciones. De igual manera, alrededor de 5 millones de autónomos gozan de cierto margen de maniobra a la hora de elegir sus cotizaciones para la pensión.
La opción de planes privados puede parecer atractiva para algunos, pero podría suponer un riesgo para los jubilados. Las compañías de seguros e instituciones financieras que ofrecen estos planes no siempre pueden garantizar una renta vitalicia suficiente, es decir, un salario digno hasta el final de la vida. Esta situación se ve agravada por el aumento de la esperanza de vida, especialmente desde la década de 1950. El tiempo promedio que pasamos jubilados se ha duplicado, pasando de 10 a más de 20 años, mientras que la edad de jubilación ha permanecido relativamente sin modificación.
Este escenario implica que se requieren mayores recursos para financiar un período de jubilación más largo. Pero es poco probable que una entidad financiera pueda prometer ingresos regulares a cada jubilado sin asumir un riesgo significativo de insolvencia. Entonces, ¿qué sucede si una persona vive hasta los 100 años y sus ahorros se agotan a los 85?
La desconfianza en el sistema público de pensiones es un problema real y creciente, que ha impulsado a que más personas prefieran alternativas privadas. Este sentimiento de desconfianza se ha visto intensificado por los considerables y crecientes déficits de la Seguridad Social. Si bien estas dudas tienen cierto fundamento, es crucial mantener la confianza en el sistema público de pensiones, porque de no hacerlo, el sistema colapsará. La viabilidad de un sistema de pensiones depende en gran medida de la creación de incentivos para que los trabajadores coticen. La población activa debería estar más dispuesta a pagar impuestos sobre la nómina, siendo consciente de que es la mejor manera de garantizar su bienestar futuro.
Además, hasta ahora, no hay motivos para no confiar. A pesar de los desafíos que ha enfrentado el sistema público de pensiones de España, este ha cumplido con su compromiso de pagar las pensiones prometidas a los contribuyentes que han cotizado. Su historial es ejemplar en este sentido, lo que debería servir como base para confiar en el sistema, si bien es comprensible que surjan dudas sobre su futuro, especialmente en un contexto con cambios demográficos y económicos tan marcados. En este sentido, los algoritmos y las máquinas contribuirán cada vez más al sistema para generar el valor necesario para pagar nuestras pensiones.
Un sistema de pensiones mixto
Otro aspecto de mi propuesta de reforma es reorganizar el sistema de pensiones implementando un modelo híbrido con elementos tanto de reparto como de capitalización.
El sistema de pensiones público español se basa actualmente en un modelo de reparto (casi exclusivo). Esta modalidad presenta una fuerte dependencia de los fondos locales, por lo que funciona bien siempre y cuando la economía local vaya bien. En este sentido, es imprescindible diversificar las fuentes de financiación del sistema para mitigar los riesgos asociados a las fluctuaciones económicas.
En estos momentos, el sistema presenta una serie de vulnerabilidades que ponen en jaque su sostenibilidad a largo plazo:
- Susceptibilidad a los cambios demográficos, como el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida. Estos factores provocan un desequilibrio entre el número de trabajadores activos, que cotizan al sistema, y el número de jubilados, que reciben las prestaciones. Por ello, el sistema se enfrenta al desafío de financiar un mayor número de pensiones con menos ingresos.
- Dependencia de las condiciones económicas generales. Las recesiones y crisis económicas, como la crisis financiera mundial de 2008 o la pandemia del COVID-19, junto con la creciente tasa de desempleo, ejercen presión adicional sobre los programas de bienestar social en España, poniendo en riesgo la capacidad de cumplir con sus obligaciones, entre ellas las pensiones.
Los sistemas de capitalización, por su parte, dependen menos de los factores locales. En este modelo, los fondos de los trabajadores se invierten en carteras diversificadas que pueden incluir acciones globales, bonos, ETF (fondos cotizados), fondos de inversión. Esta estrategia permite generar rendimientos a lo largo del tiempo, lo que contribuye a la sostenibilidad del sistema.
Una de las principales ventajas de los sistemas de capitalización es que otorga a los contribuyentes la propiedad de sus ahorros para la jubilación. Estos ahorros acumulados a lo largo de la vida laboral pueden utilizarse para complementar las pensiones de reparto en un sistema mixto, proporcionando mayor seguridad y estabilidad financiera a los futuros jubilados.
También cabe destacar que un sistema de capitalización presenta inconvenientes como pueden ser los riesgos de inversión y la falta de solidaridad. El valor de las cuentas de ahorro para la jubilación puede fluctuar con las condiciones del mercado, lo que podría afectar negativamente los ahorros acumulados por los trabajadores. Además, requiere una gestión adecuada de las cuentas para asegurar que las inversiones cumplen con los objetivos financieros marcados a largo plazo.
Los sistemas de capitalización pueden parecer similares a las compañías de seguros privados, pero existen diferencias fundamentales que garantizan la protección de los ahorros de los trabajadores. Por un lado, el sistema público de pensiones está supervisado por las autoridades, que son públicas. Por otro, los bancos pueden quebrar y no aportar el dinero prometido, mientras que las entidades gubernamentales pueden intervenir y asegurar que los jubilados no se queden con los bolsillos vacíos.