IESE Insight
Por qué la movilidad relacional afecta a tu forma de ver el mundo
¿Es fácil hacer amigos allí donde vives? Según una investigación liderada por Álvaro San Martín, la respuesta a esta pregunta influye en si tú y tus compañeros de trabajo tenéis un estilo de pensamiento analítico u holístico.
¿Cambias de amigos a menudo o los que hiciste en la infancia te han acompañado toda la vida?
La respuesta podría desvelar el tipo de cultura en que te criaste. Y no solo eso. Según el profesor del IESE Álvaro San Martín, Joanna Schug y William W. Maddux, también podría apuntar si tu estilo de pensamiento es analítico u holístico y si tiendes a sentir que controlas tu entorno o este te controla a ti.
Un artículo suyo publicado en Journal of Personality and Social Psychology analiza el vínculo entre la movilidad relacional y los estilos de pensamiento.
De dónde eres dice mucho de ti
La movilidad relacional de una sociedad, es decir, hasta qué punto las relaciones de sus individuos son fijas o cambiantes, afecta tanto a la posibilidad de elegir como a la estabilidad: en ciertas culturas, la gente suele cambiar más de amigos y pareja, mientras que en otras las opciones para elegir o cambiar son más limitadas y las relaciones tienden a ser más duraderas y estables.
Un estudio seminal anterior del que también es coautor Álvaro San Martín midió la movilidad relacional en 39 países y concluyó que este indicador ayuda a predecir el comportamiento social. Así, en Europa Occidental y América la movilidad relacional era mayor que en el sur y el este de Asia, Oriente Próximo y el norte de África. Portugal se situó en el punto medio de la escala (0), México recibió la puntuación más alta y Japón la más baja (ver mapa).
Fuente: Thomson et al. (2018)
¿A qué podrían deberse estos resultados? Los autores examinaron la influencia de las formas tradicionales de subsistencia y descubrieron que en aquellos países donde la población había dependido en su día de algo muy sedentario, como el cultivo del arroz (actividad estable, a largo plazo y que mantenía a las familias en el mismo lugar una generación tras otra), la movilidad relacional suele ser baja. En cambio, allí donde dependían más del ganado o la caza (actividades por las que la gente era individualista y migraba más) la movilidad relacional suele ser alta.
Todo está en tu cabeza
A partir de estos hallazgos, Álvaro San Martín, Joanna Schug y William W. Maddux se plantearon si la movilidad relacional no afectaría también a los estilos de pensamiento. Su tesis de partida, que después han demostrado con seis estudios y experimentos, es que la forma en que forjamos y mantenemos relaciones influye en nuestra manera de ver el mundo.
En aquellas culturas donde el círculo social es más o menos estable, la gente suele estar pendiente de lo que pasa en su entorno. Toda interacción, sea buena o mala, tiene consecuencias. Además, estas personas son más dadas a una visión holística del mundo, es decir, "ven las cosas solapadas e integradas en un contexto continuo". Esto afecta también a su interpretación de los actos de los demás: consideran que se inscriben en un contexto más amplio.
No ocurre lo mismo en las culturas donde las relaciones son menos estables. Cuando a la gente no le preocupa tanto dañar sus relaciones sociales, asumen más rápidamente la responsabilidad de sus actos, ya sean positivos o negativos. Esta actitud conduce al pensamiento analítico, la tendencia a ver las cosas aisladas las unas de las otras y a atribuir los actos de los demás a su personalidad, no a la influencia de factores externos que escapan a su control.
En un mundo en el que los barrios y las empresas son cada vez más multiculturales, ponerte en la piel o, mejor dicho, en el contexto cultural de los demás puede ser el primer paso para superar conflictos y malentendidos.