IESE Insight
Inversiones de impacto: ¿una oportunidad infravalorada?
En el ámbito financiero cada vez se extiende más la idea de que las inversiones no solo se deben valorar por su capacidad para generar beneficios, sino también por su impacto social.
Cuando el emprendedor noruego Jan Sundt abrió una cadena de estaciones de esquí en Oslo, contribuyó a transformar una de las zonas más deprimidas de la ciudad en un centro turístico cuyo volumen de negocio es el cuarto más importante del país. También ayudó a que el esquí fuera accesible para un sector más amplio de la población.
Sundt es el ejemplo perfecto de una nueva generación de emprendedores, llamados "inversores de impacto", que no solo invierten para ganar dinero, sino también para generar un impacto social positivo.
Por desgracia, las inversiones de impacto se ven perjudicadas por la falsa creencia de que implican sacrificar los beneficios por el impacto social.
En el informe "In Search of Gamma: An Unconventional Perspective on Impact Investing" (En busca de la gamma: una perspectiva no convencional de las inversiones de impacto), realizado con el apoyo de la Family Office Circle Foundation, Uli Grabenwarter y Heinrich Liechtenstein, del IESE, desmontan este mito y sugieren que se basa en una mala interpretación de lo que son las inversiones de impacto.
A partir de una serie de entrevistas con más de sesenta inversores de este tipo, los autores presentan un modelo innovador para aclarar las bases de la inversión de impacto y abordar los retos que plantea y la medición de su rendimiento.
¿Qué son las inversiones de impacto?
Para que una inversión sea de impacto la relación entre los beneficios y el impacto social ha de ser positiva. Estas son las cinco características definitorias de este tipo de inversión:
- Los beneficios son un objetivo clave.
- Ha de tener un objetivo de impacto social predeterminado.
- El impacto debe ser medible.
- La correlación entre el impacto social deseado y la rentabilidad ha de ser positiva.
- Se ha de percibir que el negocio produce un cambio netamente positivo en la sociedad.
Solo es posible distinguir claramente una inversión de impacto de las actividades filantrópicas y de caridad si se cumplen estos cinco criterios.
Factores de éxito
Los inversores de impacto varían mucho, tanto por su manera de enfocar la inversión como por la cantidad de beneficios que deciden reinvertir en el negocio. Pero, ¿por qué algunos tienen más éxito que otros?
En realidad las inversiones de impacto apenas difieren de otras formas de inversión relativamente más comunes como el capital riesgo o el capital privado. Las inversiones de impacto también exigen un enfoque estratégico; una búsqueda inteligente de oportunidades de negocio; un equipo directivo sólido y competente, y una estrategia de salida bien definida.
Una visión estratégica clara
Los inversores de impacto han de tener un cuidado enfoque estratégico, ser capaces de anticiparse a las grandes tendencias y satisfacer las necesidades de los consumidores y la sociedad en su conjunto.
Sin embargo, a diferencia de los tipos de activos tradicionales, a la hora de invertir, los inversores de impacto también valoran en sus decisiones tendencias y retos a largo plazo que afectan a la sostenibilidad de la sociedad.
Los inversores de impacto de éxito adoptan un enfoque holístico para prever los costes con precisión (incluyendo las externalidades) y la rentabilidad que probablemente genere su inversión (incluyendo los beneficios no económicos).
El mayor reto para lograrlo es calcular bien los tiempos en la evolución de las tendencias, de ahí que sea fundamental contar con una base sólida.
Otra de las claves de éxito es tener un enfoque estructurado. A diferencia de lo que ocurre con los activos tradicionales, los inversores de impacto han de saber valorar el impacto alcanzado no solo al final, sino también en cada una de las fases del proceso inversor.
La medición, el gran reto
Medir los resultados de una inversión no es nada fácil. En el terreno financiero, los costes reales no se suelen reflejar con precisión a causa de la falta de transparencia de los costes y la prevalencia de los subsidios cruzados o las subestimaciones.
Uno de los mayores obstáculos que afrontan las inversiones de impacto a la hora de medir la parte no financiera de su rendimiento es la imprecisión de las herramientas de medición que se utilizan actualmente.
Por ejemplo, en el sector de las tecnologías limpias, los datos de CO2 se cuantifican de forma tan imprecisa en pos de la uniformidad que carecen de utilidad para tomar una decisión de inversión. La ausencia de una norma sectorial comúnmente aceptada para medir el impacto no hace sino aumentar estas dificultades.
Por tanto, el reto más importante es hallar una herramienta de medición adecuada y ampliamente aceptada por los distintos grupos de interés implicados en el proceso de inversión.
El factor gamma
Los autores proponen el factor gamma para medir los resultados de las inversiones de impacto y sugieren que podría ser un multiplicador del rendimiento de una inversión. Al resultado lo denominan "rendimiento ajustado por el impacto".
Al igual que el alfa y la beta del modelo de valoración de activos financieros (CAPM) ayudan a determinar la rentabilidad financiera de una inversión en función del perfil de riesgo de los activos, el factor gamma integra el impacto social (o medioambiental) en la valoración de los resultados.
El atractivo del factor gamma está en su capacidad para medir el resultado de la inversión sin sacrificar la transparencia en los objetivos de impacto establecidos: como es una medida de rendimiento relativa, gamma utiliza indicadores de impacto predefinidos, que son cuidadosamente elaborados a la medida del modelo de negocio de la inversión.
Con este enfoque, los indicadores de impacto son plenamente válidos para monitorizar los resultados sociales de una empresa. A su vez, los inversores de impacto disponen de una valiosa herramienta para tomar decisiones cuando valoran los resultados de la inversión.
Con la vista en el futuro
Hoy muchas necesidades sociales dependen de iniciativas filantrópicas, algo que no va a cambiar en el futuro.
En vista del alcance de los problemas sociales y medioambientales que afronta nuestra sociedad, las inversiones de impacto parecen un medio indispensable para abordar los retos que plantea la sostenibilidad de la sociedad.
Un uso inteligente de la financiación de impacto ayudaría a preservar los escasos recursos filantrópicos para áreas que no se pueden abordar desde una lógica de inversión basada en el mercado.
Los autores aclaran algunos de los malentendidos que han impedido las inversiones de impacto en los mercados establecidos, además de proponer soluciones para cerrar la actual brecha de la normalización.
Su informe también permite a los inversores saber cómo capitalizar todo el potencial de este tipo de activo emergente.