IESE Insight
¿Hasta qué punto engorda la globalización?
La globalización ha hecho que el mundo parezca un lugar más pequeño, aunque las personas que lo habitamos estamos aumentando de talla. Sorprendentemente, una de las causas de la incipiente obesidad podrían ser los aspectos sociales ligados a la globalización, según Joan Costa y Núria Mas.
El desequilibrio en la balanza se ha invertido: por primera vez en la historia de la humanidad hay más personas con sobrepeso que desnutridas.
Además, las dimensiones de este cambio de tendencia son alarmantes: el índice de masa corporal (IMC) está aumentando a un ritmo sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Se estima que actualmente hay 1.000 millones de adultos con sobrepeso y otros 500 millones son obesos.
Según la OMS, el sobrepeso y la obesidad constituyen el quinto factor de riesgo de mortalidad. Además, son una de las principales causas del aumento de precio de los servicios sanitarios en las economías avanzadas.
La profesora del IESE Núria Mas y Joan Costa, de la London School of Economics, indagan sobre la raíz de este problema en el artículo "'Globesity'? The Effects of Globalization on Obesity and Caloric Intake", publicado en Food Policy.
Ellos han sido los primeros en analizar empíricamente la correlación entre la globalización y la obesidad. En concreto, han comprobado que los aspectos sociales de la interconexión mundial, como los cambios en el consumo de medios de comunicación, son muy relevantes.
Un problema cada vez mayor
Algunos investigadores se han planteado que la incipiente obesidad podría responder a cuestiones genéticas, pero los cambios genéticos pueden tardar generaciones en manifestarse, mientras que las tasas de obesidad prácticamente se han doblado desde 1980.
Entonces, ¿la causa podría estar relacionada con los precios de los alimentos o su disponibilidad? Un estudio estadounidense demostró que un aumento del 10% en el precio de las frutas y verduras incrementó el IMC de los niños un 0,7%. Además, las dietas actuales contienen más grasas, azúcares y productos de origen animal.
¿Y qué sucede con nuestro modo de vida, cada vez más urbano y sedentario? Los autores admiten que este factor podría explicar el fenómeno de la obesidad en algunos países, pero no en todos.
Todos estos aspectos, aunque son significativos, no logran explicar el problema de la obesidad en su totalidad.
A más globalización, ¿más obesidad?
Otro fenómeno que los autores han podido comprobar es la relación entre el incremento de la obesidad y el desarrollo de la globalización en la mayoría de países en los últimos cuarenta años, presenta una la relación de ambos en 26 países.
¿Las calorías se globalizan?
Los autores también comprobaron la relación entre la cantidad de calorías consumidas diariamente y el nivel de globalización.
Los datos muestran que a medida que avanza la globalización también aumenta el consumo de calorías, una correlación que se mantiene estable. De hecho, por cada punto extra en la tasa de globalización, ingerimos 75 calorías más por día, el equivalente a una pieza de fruta pequeña.
Pero no es el consumo de fruta el que aumenta. Por cada punto adicional de globalización, la población ingiere 17 gramos más de grasa. En los últimos 15 años, la ingesta diaria de grasa de los estadounidenses ha pasado de 138 a 163 gramos, lo que supone más de un gramo de grasa adicional por año.
Tipos de globalización
Así pues, la pregunta clave es: ¿por qué la globalización nos engorda? Para encontrar respuestas, Costa y Mas hacen una distinción entre los diferentes aspectos de la globalización.
El índice KOF, entre otros, distingue entre tres tipos de globalización: la económica (intercambios comerciales, etc.), la política (tratados internacionales, embajadas, etc.) y la social (circulación de ideas, información, imágenes y personas).
Además, los autores introducen una extensa lista de variables para entender mejor cómo puede afectar la globalización a la obesidad. Dichas variables incluyen las variaciones en el PIB, las desigualdades en los ingresos, los precios de los alimentos, los niveles de urbanización y de educación, y el crecimiento de la población.
Costa y Mas comprobaron que, como era de esperar, el aumento de los precios de los alimentos está ligado a un incremento en el consumo de productos más baratos y de peor calidad.
Sin embargo, tras los hallazgos más evidentes, quedaba por resolver lo más difícil: la incidencia de la dimensión social. "Sabíamos que es clave, pero no entendíamos exactamente por qué", explica Núria Mas.
Atacar la raíz de la "globesidad"
Determinar qué nos está haciendo ganar peso a escala global es el primer paso para encontrar remedios. Ahora sería necesario profundizar en la dimensión social del problema de la "globesidad".
¿Cómo podemos determinar los factores sociales más relevantes? ¿Ver películas comerciales abre más el apetito que, por ejemplo, ver cine clásico francés? ¿Seguir las tendencias mayoritarias provoca obesidad? ¿Y la proliferación de dispositivos móviles afecta a nuestras cinturas?
Núria Mas advierte que se abren oportunidades en muchos sectores para prevenir la obesidad y promover hábitos saludables, algo fundamental si tenemos en cuenta que la globalización sigue aumentando. Algunos ejemplos son los incentivos al consumo de alimentos más nutritivos, el diseño más atractivo de la ropa deportiva o la combinación del big data con el conocimiento y la tecnología para promover actividades saludables.
Ante este problema de dimensiones globales, quizá sea el momento de empezar a pensar en la salud más allá de la atención sanitaria tradicional, concluye Mas.
Sobre la investigación
Los autores analizaron los datos de 26 países entre 1989 y 2005, el periodo de mayor avance de la globalización. En la muestra se incluyen todos los países de los que pudieron recopilarse datos a lo largo de todo el periodo. Se incluyeron una serie de controles para no pasar por alto factores como el nivel de urbanización, el precio de los alimentos y la creciente inclusión de la mujer en el mercado laboral.