IESE Insight
Reconocer pérdidas a tiempo sale a cuenta
Una contabilidad conservadora puede ser beneficiosa tanto para los accionistas como para los inversores, según una investigación en la que ha participado Fernando Peñalva.
Reconocer las pérdidas en cuanto se detecten y no asumir las ganancias hasta que se verifiquen: en eso consiste, en esencia, la contabilidad conservadora. Y aunque resulta una práctica muy prudente, lo cierto es que no es la corriente dominante en los mercados de valores.
En el artículo "Information Consequences of Accounting Conservatism", Juan Manuel García Lara, Beatriz García Osma y el profesor del IESE Fernando Peñalva defienden esta controvertida práctica. El rigor con el que se aplique debe depender de cada empresa, pero la investigación de los autores muestra que puede beneficiar tanto a los tenedores de deuda como a los accionistas.
Tras realizar más de 63.000 comprobaciones de la evolución de valores bursátiles estadounidenses entre 1977 y 2007, los autores concluyen que la contabilidad conservadora mejora la precisión en las previsiones de los analistas financieros, además de aumentar su cobertura de los valores.
Esto induce a inversores y directivos a tomar mejores decisiones de inversión. En el caso de los segundos, los incentivos para involucrarse en proyectos en interés propio a costa de los inversores son menores si se conocen las pérdidas por adelantado.
Una polémica que viene de lejos
Como la contabilidad conservadora aplicada a los informes financieros refleja antes las pérdidas que las ganancias, el resultado es una infravaloración acumulativa del activo neto. He ahí el origen de la controversia.
Incluso la Junta de Estándares Financieros Contables de Estados Unidos (FASB por sus siglas en inglés) y la Junta Internacional de Estándares Contables (IASB) se oponen a esta práctica con el argumento de que puede introducir un sesgo negativo en los estados financieros, cuando lo deseable es que sean neutrales. Pero, aun así, cada vez son más las voces que apoyan esta práctica.
Mejorar la información para todos
Los autores intentaron descubrir si la contabilidad conservadora reduce la asimetría de información entre los directivos de una empresa y los analistas e inversores. Es decir, si facilita a estos últimos el acceso a la información de que disponen los miembros de la empresa.
Para responder a esta cuestión, analizaron una amplia muestra de valores estadounidenses entre 1977 y 2007.
Los resultados demostraron que, en los doce meses posteriores a la adopción de prácticas contables más conservadoras por parte de una empresa, se reducían la horquilla de precios y la volatilidad del valor de las acciones, mejoraban la precisión de las previsiones de los analistas y estos aumentaban su cobertura. Es decir, se reducía la asimetría en la información.
"Todos estos resultados son consistentes con la idea de que la contabilidad conservadora mejora el entorno informativo de la empresa", concluyen los autores.
Ventajas económicas
La investigación académica ya había señalado las ventajas de la contabilidad conservadora para los mercados de deuda, ya que tanto prestamistas como prestatarios se benefician de una mayor transparencia. También se considera que conlleva una menor manipulación de las cifras de ganancias y una mejor difusión de la información.
Los hallazgos de los autores, no obstante, subrayan que no solo los mercados de deuda, sino también los de valores, salen beneficiados con la contabilidad conservadora, puesto que permite a los inversores acceder a una información financiera más fidedigna y próxima a la que manejan los máximos directivos de las empresas.