IESE Insight
La contabilidad conservadora vuelve a escena
Una forma de reconducir la economía por la senda de la rentabilidad, la creación de empleo y el crecimiento podría ser la adopción del conservadurismo condicional.
Las empresas se están adaptando a la nueva realidad económica generada por las dificultades financieras globales. En su búsqueda de nuevas sendas de crecimiento y rentabilidad, los líderes empresariales necesitan revisar todas las áreas de las operaciones de la compañía, incluidas sus prácticas contables.
Juan Manuel García Lara, Beatriz García Osma y el profesor del IESE Fernando Peñalva han investigado el vínculo entre el conservadurismo condicional y el coste de capital. El artículo en el que presentaron sus hallazgos, "Conditional Conservatism and Cost of Capital" (Conservadurismo condicional y coste de capital), fue publicado en Review of Accounting Studies.
¿De qué estamos hablando?
El conservadurismo condicional es una práctica contable que impone unos requisitos de verificación de las ganancias más estrictos que los de las pérdidas. Así, los resultados reflejan de manera más avanzada las pérdidas que las ganancias. Es lo que se conoce como información asimétrica.
El compromiso de presentar de forma avanzada unos resultados peores de lo esperado contribuye a una mayor transparencia, lo que a su vez reduce la incertidumbre. La transparencia total se alcanza cuando se reconocen a tiempo las pérdidas en los estados financieros auditados. Este reconocimiento va acompañado de la divulgación estratégica de buenas noticias a través de otros canales de comunicación, como las notas a los estados financieros y las presentaciones de resultados. Con ello se consigue, en definitiva, una mejora de la calidad de la información.
Impacto en el valor de la empresa
Esta mejora de la calidad de la información se traduce en unas valoraciones más precisas de los futuros flujos de caja por parte de los actores del mercado. A su vez, esto reduce la volatilidad del precio de las acciones de la empresa y su coste de capital.
Este último es el coste de la financiación de la empresa y se utiliza para evaluar nuevos proyectos. Representa la rentabilidad mínima que los inversores esperan al prestar capital a la empresa y, por tanto, el punto de referencia que ha de cumplir cualquier nuevo proyecto.
Un menor coste de capital otorga ventaja competitiva a la empresa, ya que le permite invertir en proyectos a más largo plazo y en otros que conlleven un mayor riesgo.
Los autores indican que el conservadurismo condicional también aumenta indirectamente el valor de la empresa mediante la mejora del control y de la contratación de la deuda, así como la reducción de los costes de litigio. La empresa puede identificar mejor a los directivos que rinden menos y prescindir de ellos, así como impedir que los ejecutivos acometan proyectos interesadamente y expropien a los inversores. A su vez, esto ayuda a mejorar la eficiencia de las inversiones de la empresa y reduce los costes de agencia derivados de la compensación y la contratación de deuda.
Resultados económicos positivos
El trabajo de los autores viene a sumarse a una corriente de investigación cada vez más importante que muestra que la apuesta por el conservadurismo condicional arroja unos resultados económicos positivos.
Sin la aplicación correcta de la contabilidad conservadora, la transparencia de la empresa es menos precisa. Y esta imprecisión aumenta la incertidumbre, la volatilidad de los precios y el coste de capital, además de reducir el valor de la empresa en el mercado.
La adopción del modelo del conservadurismo condicional puede ayudar a las empresas a reducir su coste de capital y, por tanto, a competir mejor, lo que garantiza más innovación, crecimiento y creación de empleo.