IESE Insight
¿Pueden los consejos prestar atención al propósito y la sostenibilidad durante la pandemia?
En tiempos de crisis, puede parecer que el compromiso con las políticas ambientales, sociales y de gobierno corporativo es más difícil de mantener. Pero hacerlo es beneficioso para las empresas.
Por Fabrizio Ferraro
Ser miembro de un consejo nunca ha sido tan difícil. La pandemia de la COVID-19 es un desafío único tanto para los consejos como para los líderes empresariales. A medida que la pandemia se ha ido propagando, los directivos han tenido que reaccionar con rapidez, evaluar cómo afecta a su negocio y tomar decisiones ágiles pero trascendentales para que sus empresas puedan seguir funcionando. En algunos casos --sobre todo en los sectores más afectados, como el transporte aéreo o el turismo-- luchan por mantenerse a flote.
Dadas las perspectivas, aparece una duda razonable acerca de si las organizaciones deberían dejar de lado las numerosas iniciativas de sostenibilidad destinadas a mejorar su desempeño ambiental y social, y centrarse en mantenerse con vida. 2020 iba a ser el año del propósito corporativo, e incluso los inversores financieros hacían piña cada vez más con otros grupos de interés para pedir a las corporaciones que mejoraran su políticas ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG). Para los escépticos, en estos momentos esto podría considerarse un lujo solo asequible en tiempos de prosperidad. Como expresaba un reciente debate del Financial Times: "Es mucho más fácil poner el propósito por encima de los beneficios cuando el flujo de caja es abundante y los tiempos son buenos". ¿Vamos a volver a los beneficios y a olvidar el propósito en el mundo pandémico y pospandémico?
Esta pregunta es especialmente oportuna, ya que la mayoría de las empresas están saliendo lentamente del modo "crisis" y están comenzando a evaluar más escenarios de medio y largo plazo. ¿Deberían repensar sus compromisos en materia social y medioambiental? La enorme cantidad de despidos y ERTE parece indicar que la mayoría de los consejos están haciendo precisamente eso, al menos en términos del compromiso con su gente. Los compromisos medioambientales son más rígidos, pero es probable que los consejos también se enfrenten a dilemas similares en esta área: ¿deberíamos desestimar la inversión en esa tecnología de reducción de emisiones de CO2 que habíamos planificado? ¿Deberíamos optar por fuentes de energía más baratas (y menos sostenibles)?
Evidentemente, la singularidad de cada caso requiere un análisis en profundidad y puede resultar peligroso generalizar. Sin embargo, ya sabemos lo suficiente sobre la resiliencia de las empresas en las crisis importantes como para sugerir que los consejos deben cumplir con sus compromisos sociales y ambientales y, en algunos casos, duplicar sus esfuerzos. La resiliencia es la capacidad de una empresa para absorber los golpes de una crisis y recuperarse rápidamente en términos de resultados económicos y financieros. El flujo de caja y una deuda baja, por ejemplo, hacen que las empresas sean más resilientes. Pero el desempeño social y ambiental (dos dimensiones clave para la sostenibilidad) también juegan un papel importante. Por ejemplo, varios estudios sobre la resiliencia de las empresas frente a la crisis financiera de 2008-2009 ya habían sugerido la importancia de los compromisos sociales y ambientales. Según uno de estos estudios, durante la recesión de 2008-2009, las empresas no financieras con mayor inversión en sostenibilidad obtuvieron unos resultados bursátiles entre un 4% y un 7% mejores. Tras la recesión, otro estudio muestra que las empresas que siguieron invirtiendo en I + D y sostenibilidad obtuvieron mejores resultados en los años posteriores a la crisis.
Pero, ¿es diferente con la pandemia? ¿Aplica ahora lo que aprendimos de la crisis pasada? Afortunadamente, los investigadores ya han comenzado a estudiar la resiliencia de las empresas en la pandemia y, hasta ahora, toda la evidencia apunta a la importancia de la sostenibilidad. Un estudio de empresas estadounidenses señala que un aumento de la desviación estándar en las calificaciones ambientales y sociales (ES) conduce a un retorno de las acciones un 2,1% más alto en promedio. Este efecto es aún más fuerte para las empresas con altos gastos publicitarios (un indicador de la inversión en marcas y la lealtad de los clientes). Otro estudio de 6.000 empresas de todo el mundo muestra que las que tienen puntuaciones ES altas tenían un precio de las acciones un 2% más alto dos meses después del brote, en comparación con empresas similares con puntuaciones ES bajas. Finalmente, utilizando datos recopilados en 11 idiomas en miles de fuentes de noticias en 47 países, otro estudio muestra que durante el colapso del mercado, las empresas con un sentimiento mediático más positivo de su trabajo, su cadena de suministro y su respuesta operativa a la crisis de COVID-19 tuvieron retornos menos negativos.
¿Por qué los mercados financieros favorecerían a las empresas con calificaciones de sostenibilidad más altas y castigarían a las empresas que parecerían ser más conservadoras con su flujo de caja? ¿No deberían preocuparse principalmente por la viabilidad financiera de las empresas en las que invierten? Lo hacen. Y esta es exactamente la razón por la que están invirtiendo más en empresas que cumplen sus compromisos con todos los grupos de interés: empleados, clientes y proveedores, pero también con el medio ambiente y las generaciones futuras. Es más probable que los empleados y los clientes se queden con las empresas que no los decepcionaron durante la crisis. Además, al menos en Europa, la financiación de la recuperación pospandémica estará cada vez más vinculada al Pacto verde europeo, el marco de políticas que guiarán nuestra respuesta al cambio climático y, por lo tanto, es más probable que incluso la financiación pública se dirija a empresas más sostenibles.
Teniendo en cuenta estos argumentos, los inversores financieros ahora consideran que los ESG son un buen indicador de la capacidad de recuperación empresarial, al igual que una mayor disponibilidad de efectivo y un menor apalancamiento financiero. Un informe reciente de Blackrock, el gestor de fondos más grande del mundo, analizó la resistencia de las acciones de ESG y concluyó: "Este período de turbulencia del mercado e incertidumbre económica ha reforzado aún más nuestra convicción de que los compromisos con ESG indican resiliencia durante las recesiones del mercado".
Por supuesto, los consejeros y los líderes empresariales deben analizar cómo encaja el compromiso ambiental y social con su propio propósito y estrategia particulares. Siempre habrá oportunidades a corto plazo para estrategias contrarias y acuerdos de arbitraje. Sin embargo, el deber fiduciario de los miembros del consejo es administrar la empresa a largo plazo y, bajo ese horizonte temporal, ¿pueden realmente asumir el riesgo de NO invertir en sostenibilidad?
Este artículo se publicó en la newsletter del Center for Corporate Governance del IESE.