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¿Qué podemos perder? Compensación de riesgos en una pandemia
En la carrera por controlar la COVID-19, ¿deberíamos distribuir una vacuna que sea perfectamente segura pero solo parcialmente efectiva? Si esa sensación de seguridad fomenta comportamientos de riesgo, puede acabar haciendo más mal que bien.
Por Eduard Talamàs
El confinamiento es un instrumento poco refinado para hacer frente a las pandemias, pero nos está dando tiempo para implementar formas más eficientes de reducir la tasa de transmisión del virus.
En busca de una vacuna
Además de experimentar con los tratamientos existentes, una de nuestras esperanzas es desarrollar una vacuna para la COVID-19. Sin embargo, esto podría presentar sus propios desafíos, más allá de los técnicos y logísticos. Por ejemplo, supongamos que la mejor vacuna que podemos encontrar, llamémosla Covital, es perfectamente segura pero solo parcialmente efectiva, en el sentido de que las personas vacunadas tienen una probabilidad menor, pero no nula, de desarrollar la enfermedad después de estar en contacto con el virus. ¿Deberíamos seguir adelante y distribuirla de todos modos?
¿Cuál es el problema?, podrías preguntar. ¿Por qué durante una pandemia deberíamos negarnos una vacuna perfectamente segura y hasta cierto punto efectiva, aunque no lo sea del todo, como Covital? En resumen, todo se debe a la compensación de riesgos: cuando se reduce el riesgo asociado a una actividad que nos gusta, tendemos a hacerla más.
El paracaidismo ofrece un ejemplo clásico de compensación de riesgos. Si bien la fiabilidad del equipo de paracaidismo ha aumentado de forma constante en las últimas décadas, parece que la tasa de mortalidad por salto se ha mantenido más o menos constante. Como dijo el pionero del paracaidismo Bill Booth: "Cuanto más seguro sea el equipo de paracaidismo, más saltos harán los paracaidistas para mantener constante la tasa de mortalidad".
El Högertrafikomläggningen sueco ofrece otro ejemplo sorprendente de compensación de riesgos: el 3 de septiembre de 1967 los vehículos en Suecia pasaron de circular por la izquierda de la carretera a hacerlo por la derecha. En los meses siguientes, los accidentes de tráfico y las muertes disminuyeron sustancialmente, en parte porque el aparente aumento del riesgo hizo que los conductores fueran más cautelosos.
Efectos similares pueden tener mejoras de seguridad como cinturones de seguridad, cascos de bicicleta, refrescos dietéticos y, sí, vacunas para la COVID-19. Admitámoslo, aislarnos para reducir la transmisión del virus no es nada agradable. Si nos vacunaran con Covital, algunos de nosotros podríamos sentirnos tentados a relajar las medidas de distanciamiento social más molestas.
No hay nada malo en eso, se podría decir. Covital nos proporcionaría inmunidad adicional. Si, como los paracaidistas, quisiéramos usar esta mayor seguridad para correr más riesgos, sería nuestra elección. Al igual que nadie en su sano juicio se opondría a un mejor equipo de paracaidismo, aunque no reduzca necesariamente la cantidad de accidentes, tampoco nadie en su sano juicio debería oponerse a la distribución de Covital, aunque no necesariamente reduzca la propagación de la pandemia.
No es lo mismo
Sin embargo, hay que tener en cuenta los matices. Si bien el riesgo de sufrir un accidente en paracaídas lo determinan principalmente tus propias acciones, el riesgo de ser infectado durante una pandemia depende principalmente de la prevalencia de la enfermedad a tu alrededor, lo cual está determinado por las acciones de quienes te rodean (y de aquellos en torno a los que te rodean, y así sucesivamente).
Durante una pandemia, cuando uno se arriesga y sale más, por ejemplo, no solo se pone en mayor riesgo a sí mismo, sino que también pone en mayor riesgo a sus vecinos, a los vecinos de sus vecinos, etc. Este es un ejemplo clásico de una externalidad negativa, una acción de un individuo que tiene efectos negativos en otros.
Los buenos líderes a menudo tratan de hacernos conscientes de las externalidades de nuestras acciones. A pesar de esto, no siempre tenemos en cuenta el alcance total de estas externalidades negativas. Por lo tanto, el acceso a Covital podría llevar a algunas personas a desviarse de las medidas óptimas de distanciamiento social, especialmente en comunidades que carecen de un buen liderazgo.
Efectos de la vacuna
La distribución generalizada de Covital probablemente tendría tres grandes efectos, dos positivos y uno negativo. Primero, en ausencia de cualquier compensación de riesgos, Covital reduciría el riesgo de infección de todos, y esto sería algo claramente positivo. En segundo lugar, la compensación de riesgos implicaría medidas de distanciamiento social menos molestas, lo que en igualdad de condiciones también sería beneficioso. Pero, en ciertas comunidades, la compensación de riesgos podría contribuir a la ruptura del contrato social que se esconde tras la adopción de medidas de distanciamiento social, y esto podría resultar desastroso para todos.
El hecho de que dominen los efectos positivos o negativos de la distribución de Covital depende principalmente de dos factores: su efectividad y la magnitud de la compensación de riesgos. Por una parte, cuanto más efectiva sea Covital, mayores serán los efectos positivos y menores los negativos, y por lo tanto mayor será la probabilidad de que prevalezcan los positivos. Por la otra, cuanto mayor sea el efecto de compensación de riesgos, más probable es que se materialicen los riesgos potencialmente desastrosos asociados a él.
La magnitud de la compensación de riesgos podría depender de manera crucial de la calidad de la comunicación entre las autoridades públicas y los ciudadanos. En los países donde esa compensación pueda mantenerse a raya (a través de una buena comunicación o de otra manera), la introducción de Covital sería incuestionable. En otros países, la decisión correcta probablemente sería distribuirlo solo si es lo suficientemente efectivo. Sin embargo, valorar qué significa esto probablemente sea tan fundamental como difícil.
Durante una comparecencia en la Casa Blanca, el presidente Trump sugirió que sería una buena idea usar antipalúdicos para prevenir y tratar la COVID-19, aunque todavía no estaba clara la efectividad de estos fármacos contra la enfermedad. Cuando fue cuestionado por Peter Alexander, corresponsal de NBC News, declaró: "Puede que funcione o puede que no. Me siento bien al respecto. Veamos qué pasa. ¿Qué podemos perder?". Resulta que esta última pregunta es fácil de responder. No solo deberíamos preocuparnos por los posibles efectos secundarios y por la reputación y credibilidad de nuestras autoridades sanitarias, sino también por los efectos potencialmente desastrosos de la compensación de riesgos durante una pandemia.
Basado en el artículo "Free and Perfectly Safe but Only Partially Effective Vaccines Can Harm Everyone", de próxima publicación en Games and Economic Behavior.