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El cambio climático en las urnas: Joseph Stiglitz y José Manuel Durão Barroso debaten sobre las elecciones en EE. UU. y la UE
¿Cómo afectarán las elecciones presidenciales de Estados Unidos a las políticas climáticas globales? ¿Qué presiones frenan la transición verde en Europa? Joseph Stiglitz y José Manuel Durão Barroso reflexionan sobre el peso del clima en las urnas.
Este 2024 está siendo un año electoral excepcional. Casi la mitad de la población mundial ya ha votado o votará en unos comicios nacionales en los que el cambio climático es motivo de disputa. El pasado junio, Joseph Stiglitz y José Manuel Durão Barroso hablaron del futuro de la energía y de políticas climáticas en el evento Energy Prospectives, organizado por la Fundación Naturgy y moderado por Jordi Gual, profesor de Economía del IESE. Estos son los puntos más destacados del coloquio.
- Joseph Stiglitz es Nobel de Economía, analista de políticas públicas y profesor de la Universidad de Columbia. Ex economista jefe del Banco Mundial. Expresidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente de Estados Unidos.
- José Manuel Durão Barroso es político y profesor de Derecho. Ex primer ministro de Portugal. Expresidente de la Comisión Europea.
Los Estados Divididos de América
Joseph Stiglitz: En Estados Unidos, la política climática se ha bifurcado. Trump es un escéptico del cambio climático, que ha convertido en una guerra cultural más. Si es elegido, habrá un cambio de política notable, no solo en el sector energético, sino también en el financiero. Por ejemplo, la Reserva Federal no evalúa el riesgo climático con el argumento de que el cambio climático es un fenómeno a largo plazo y los bancos centrales deben centrarse en el corto. Donde se equivoca es en que ya está afectando al mercado inmobiliario. Existe lo que llamamos un “riesgo de transición”, es decir, el mercado no acaba de asimilar el riesgo de carbono y se producirá un gran ajuste del precio de los activos. Y ya sabemos lo que pasó en 2008 con el ajuste de los precios inmobiliarios: causó una crisis financiera global. El peso de los activos de carbono es mucho mayor que el del mercado de las hipotecas de alto riesgo, por lo que un ajuste del precio de esos activos una vez que se asuma el riesgo de carbono podría perturbar, y mucho, los mercados financieros. Eso, Estados Unidos ni lo contempla. De haber otra Administración demócrata, es probable que el nuevo presidente de la Reserva Federal reconozca el riesgo de carbono como tal.
Hay una clara diferencia con la Unión Europea, y es que ahora Estados Unidos es independiente energéticamente. De hecho, se ha convertido en un gran exportador de energía, sobre todo petróleo y gas. Este tipo de seguridad energética contrasta con la dependencia de Europa. Seguramente seguirá dándose quienquiera que resulte elegido. Lo que variará es el rumbo: con Trump veremos una gran expansión de los combustibles fósiles, mientras que con los demócratas será limitada en favor de una expansión de las renovables.
Ley de Reducción de la Inflación
JS: Se hizo con la buena intención de dirigir a Estados Unidos hacia la transición verde, pero viola la legislación de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Al establecer unas subvenciones muy generosas, la Administración Biden ha creado un interés especial por mantenerlas, algo que defenderán con fuerza las empresas que las reciben. Y como van desproporcionadamente a los estados republicanos, es difícil que las revoquen los congresistas y senadores de ese partido. En cierto sentido, están protegidas frente a Trump, lo que es bueno para el clima, pero no tanto para la competencia global.
José Manuel Durão Barroso: Aunque es una medida proteccionista para relocalizar la inversión en Estados Unidos, la UE la recibió bastante bien. ¿Por qué? En general, porque era la primera vez que Estados Unidos hacía algo significativo para combatir el cambio climático. Pero conozco muchos casos de inversiones que iban a venir a Europa y ahora lo van a hacer a Estados Unidos porque Washington ofrece cientos de millones de dólares en subvenciones, algo que impide la legislación europea. La ley va en contra de las normas de la OMC por su requisito de contenido local, que estipula que la inversión se debe hacer en Estados Unidos. Si Trump resulta elegido, las probabilidades de una guerra comercial global son, en nuestra opinión, extremadamente altas.
Empresas y tribunales en EE. UU.
JS: El rumbo de la política estadounidense no cambiará de la noche a la mañana. Todos los estados juegan un papel destacado en la regulación, siendo el más importante California, un estado progresista y preocupado por el clima. Las normas que establece para los coches, por ejemplo, terminan implantándose a nivel nacional.
Otros actores relevantes son las multinacionales. No quieren fabricar productos limpios para Europa y sucios para Estados Unidos. Aquí es donde el papel de Europa es crucial. Como las normas europeas son más estrictas, lo que ocurra en Estados Unidos siempre será mejor de lo que sería sin ellas.
Por último, lo que también va a estabilizarse es nuestro sistema judicial. Nuestra judicatura superior no está tan adelantada en el tema del cambio climático; en general, avanza muy despacio. Pero actualmente se dirimen muchas demandas climáticas, tanto en los tribunales estatales como en los nacionales. Existe además un movimiento interno que intenta que la judicatura sea más sensible con las cuestiones climáticas.
La Europa contra la acción climática
JMDB: Me preocupa lo que está pasando en Europa. En las elecciones europeas, el grupo que perdió más escaños fue el de los Verdes. Estamos viendo, me temo, una cierta reacción en contra de la acción climática en Europa, no porque haya una menor conciencia de los peligros del cambio climático y de la necesidad existencial de hacer algo para salvar nuestro planeta, sino por las numerosas presiones que reciben nuestros gobiernos. La transición climática tiene un coste –todas las medidas de apoyo a los sectores afectados lo tienen– y la presión fiscal es enorme.
Aunque la mayoría de los europeos quiere una acción contundente contra el calentamiento global, el problema es cómo hacerlo de modo que sea aceptable socialmente y eficiente desde el punto de vista de la competencia global. No creo que la industria europea acepte seguir con las normas más estrictas del mundo sin poder importar nada de Estados Unidos, China o India. Algunos sectores están muy expuestos a la competencia internacional y la única forma de que Europa conserve su industria es implantar un mecanismo de ajuste en frontera por carbono. De lo contrario, cerrará. Tal cual. Nos guste o no, se trata de un problema de competencia global que afecta al empleo. La transición verde creará nuevos empleos, pero si Europa no actúa en algunos sectores sumamente expuestos, tendremos un problema económico y político. Ya se está viendo.
En Europa ya se están recalibrando los objetivos. Si en Bruselas es difícil tomar decisiones, aún lo es más cambiarlas una vez tomadas. Lo más probable es que no se cambie la legislación, pero la creatividad de los juristas europeos es infinita y seguro que hallarán la forma de hacer aplazamientos, retoques o excepciones.
La geopolítica del clima
JS: Todo debate sobre la política estadounidense en materia energética y climática debe tener en cuenta que esta se arraiga en la geopolítica. Ahora mismo el debate más importante en Estados Unidos gira en torno a China. Puede que a los europeos les cueste entender la paranoia estadounidense con China, pero ahí está y es transversal. Asoma en el conflicto entre la transición verde de nuestra economía y nuestra política económica. Por ejemplo, hemos subido los aranceles a los paneles solares, los vehículos eléctricos y las baterías. El mensaje es que, más importante que la transición verde de nuestra economía y que nuestros ciudadanos accedan a productos verdes baratos, es poder fabricarlos nosotros. Estamos sacrificando el ritmo de la transición verde por nuestra estrategia económica anclada en la geopolítica. Aunque es importante que podamos producir y competir en estas nuevas tecnologías, para mí lo es más que hagamos una transición más rápida.
JMDB: China ha sido beneficiaria neta de la política sobre cambio climático. Si hay un país que ha salido ganando en toda la industria relacionada con el clima, desde los paneles solares hasta los aerogeneradores y vehículos eléctricos, ese es China. A su vez, aunque tiene la mayor industria verde, sigue construyendo centrales térmicas de carbón. China está manteniendo su industria de los combustibles fósiles –de hecho, sigue desarrollándola e invirtiendo en ella– al tiempo que invierte en renovables. Se beneficia de ambos mundos.
El acuerdo necesario
JS: El calentamiento global y el cambio climático son problemas mundiales. Las políticas que acometamos deben tenerlo en cuenta. Aunque Estados Unidos y Europa alcancen la neutralidad de carbono en 2050, si no se suman los mercados emergentes y los países en desarrollo, estamos perdidos. Y más nos costará que se sumen si ven nuestras políticas como injustas. Trump, como demostró al abandonar los Acuerdos de París, no cree en el multilateralismo. Si gana, costará muchísimo más llegar a un acuerdo global.
JMDB: Trump no es el problema. Estados Unidos no ha ratificado ningún instrumento internacional clave en la lucha contra el cambio climático. China tampoco lo va a hacer. En ambos casos, por su concepto de soberanía. No hacen lo que ha hecho la UE, que es aceptar obligaciones legales vinculantes, a nivel internacional y nacional, en la lucha contra el cambio climático. Esta es la principal diferencia. Recordemos que Estados Unidos es el único país que se ha retirado de los Acuerdos de París. Es todo un problema que la mayor potencia del mundo no forme parte del esfuerzo global para combatir el cambio climático. En general, la UE cumple sus compromisos. Otros países no pueden decir lo mismo. Para liderar necesitamos que otros nos sigan, pero lamentablemente no ha sido así con el cambio climático.
El clima cambia el planeta. Necesitamos un acuerdo global, pero soy pesimista al respecto. Para cualquier presidente estadounidense, su país es lo primero. Para todos y cada uno de nosotros, nuestro país es lo primero, pero no en soledad. Con Trump, más que “América primero”, es “América sola”. Y eso es muy preocupante para quienes tenemos una mirada multilateral.
Esta entrevista se publica en la revista IESE Business School Insight núm. 168 (sept.-dic. 2024).