IESE Insight
Beneficios con principios
Cada vez existen más pruebas de que algunas prácticas empresariales actuales son perjudiciales para la sociedad y el medio ambiente. Sin embargo, el beneficio económico sigue siendo lo que prima. En este artículo, los profesores del IESE, Miguel Ángel Rodríguez y Joan Enric Ricart, y el investigador asociado Pablo Sánchez argumentan que las empresas tienen la obligación de considerar factores económicos, medioambientales y sociales. Los autores discuten cómo unas prácticas empresariales sostenibles incluso pueden aumentar la competitividad de una empresa, generando en última instancia beneficios basados en principios.
Si una empresa dijera que su objetivo es ganar dinero, nadie se sorprendería. Pero si una empresa dijera que su misión es el valor económico, medioambiental y social, seguramente causaría cierto escepticismo.
Cada vez existen más pruebas de que algunas prácticas empresariales actuales son perjudiciales para la sociedad y el medio ambiente. Los recursos naturales son cada vez más escasos, la contaminación amenaza la biosfera y la globalización ha transferido poder de la sociedad a las empresas.
En este mundo cambiante, los ciudadanos empiezan a exigir que las empresas desempeñen un papel social más activo. El término desarrollo sostenible significa que las empresas deben tener en cuenta factores económicos, medioambientales y sociales para garantizar que tanto las generaciones actuales como las futuras disfruten del mismo derecho humano básico a satisfacer sus necesidades.
En el artículo "Sustainable Development and the Sustainability of Competitive Advantage: A Dynamic and Sustainable View of the Firm", los profesores del IESE, Miguel Ángel Rodríguez y Joan Enric Ricart, y el investigador asociado Pablo Sánchez contribuyen al debate sobre el desarrollo sostenible proponiendo que, a largo plazo, la única forma de lograr que una empresa prospere es hacer las cosas bien.
Los autores argumentan que las prácticas empresariales sostenibles no suponen una amenaza para los beneficios; más bien al contrario, en realidad aumentan la ventaja competitiva de las empresas. El documento propone una empresa dinámica y sostenible basada en cuatro pilares: motivaciones físicas, sociales, éticas y empresariales. De acuerdo con esta estrategia, las empresas prestarían más atención a las demandas sociales y respetarían el entorno natural y la escasez de recursos. Éticamente, asumirían nuevos valores. Y, a escala empresarial, desarrollarían nuevos recursos y capacidades estratégicos coherentes con los principios del desarrollo sostenible.
Estos nuevos recursos y capacidades estratégicos se basarían en el desarrollo de un diálogo abierto, honesto y fluido con los agentes de la empresa. La capacidad para crear y mantener estas relaciones podría convertirse en una de sus potencias empresariales más importantes. Los resultados de este diálogo serían una mejor reputación y unas mejores habilidades de innovación. Como es bien sabido, tanto la reputación como la innovación son fuentes de diferenciación y ventaja competitiva.
Los autores terminan vaticinando que el desarrollo sostenible sustituirá al crecimiento económico como valor básico del gobierno de las empresas. El objetivo final es hacer lo correcto por los motivos correctos.