IESE Insight
Afrontar el presente preparándonos para el futuro
Para superar la crisis provocada por la COVID-19 debemos reforzar nuestro sistema sanitario e invertir en la transformación económica, al tiempo que capacitamos a las personas para los empleos del futuro.
Por Núria Mas
La crisis económica provocada por la COVID-19 va a ser más profunda de lo que pensamos en un inicio. A principios de 2020, el FMI anunció que este iba a ser el año de la recuperación y anunció un crecimiento de la economía mundial del 3%.
En abril, la pandemia obligó al FMI a corregir sus previsiones iniciales, indicando que el PIB mundial caería un 3,3%. Ahora está anticipando para este año una caída general de la economía global del 4,9%. Este descenso será especialmente importante en las economías avanzadas, como Europa.
En algunos países, como España o Italia, el PIB puede caer hasta un 12%. No solo es que el impacto de la pandemia ha sido especialmente severo en ambos países, sino que presentan una alta dependencia de la restauración y el turismo. En España, por ejemplo, los sectores relacionados con el turismo o el transporte suponen, directa o indirectamente, una cuarta parte del PIB.
El impacto que estamos viendo en la economía tiene mucho que ver con el confinamiento, sí, pero eso no significa que solo con detenerlo veamos una mejora de la economía. La recuperación económica exige que nos sintamos seguros, que tengamos la percepción de que, si enfermamos, podremos recibir tratamiento, que dispongamos de una vacuna o creamos que el riesgo de salir de casa es relativamente bajo. De hecho, salud y economía están completamente entrelazados.
Por ello, el hecho de disponer de una cobertura sanitaria universal está marcando una gran diferencia. Resulta sorprendente que una economía tan rica como la de EE. UU. carezca de cobertura sanitaria universal. No se trata de cubrir todos los servicios por completo sino de seleccionar aquello realmente necesario. De lo contrario, las personas sin acceso a la sanidad y sin ingresos regulares ni se harán la prueba para descubrir si han contraído el virus ni dejarán de trabajar (a no ser que enfermen gravemente), contagiando a otros. Quizás sea esto lo que está agravando la situación en Florida, Texas y otros lugares. Y es que la crisis hace especialmente vulnerables a las personas con menos recursos, con menos probabilidades de trabajar desde casa y, por tanto, con más necesidad de tener que salir de sus hogares, aumentando sus probabilidades de contagio.
De hecho, el confinamiento ha dejado expuestas a muchas personas de escasos recursos económicos. Si observamos los datos que tenemos, podemos ver que la COVID-19 está afectando más a los vulnerables, a los jóvenes con contratos temporales, a aquellos con menos formación... y que algunos grupos étnicos sufren más que otros. Y no hay que olvidar que venimos de otra crisis.
Además, esta crisis puede tener consecuencias a largo plazo, porque no todas las familias han podido proporcionar a sus hijos lo que necesitaban para continuar formándose. No solo se trata de tener recursos tecnológicos o espacios adecuados, también de si los padres tienen la capacidad y el tiempo para solucionar las dudas de sus hijos. Habrá que tener en cuenta esto de cara al futuro.
Para paliar esta situación, los gobiernos de todo el mundo se están preparando para gastar grandes cantidades de dinero en estímulos económicos. Pero lo importante es invertir este dinero en la transformación de la economía.
La gran pregunta es: ¿cómo pueden los gobiernos combinar la ayuda para los más vulnerables con la transformación de la economía? Porque si solo los ayudamos pensando en el presente, y no estoy diciendo que no sea importante, no será suficiente.
La crisis ha acelerado tendencias que observábamos antes. Algunos sectores que iban a transformarse lentamente lo han hecho muy rápidamente, por lo que debemos ir más allá de soluciones temporales. Para transformar nuestra economía, necesitamos capacitar a las personas para los empleos del futuro.
Es momento de mirar al largo plazo y sentar ahora las condiciones que permitan disponer de un mercado laboral fuerte y personas preparadas para acceder a él.