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Rita Babihuga-Nsanze: “Las soluciones están en la propia África”
La economista Rita Babihuga-Nsanze destaca el enorme potencial de África. Con herramientas como la IA y la financiación sostenible, el continente puede aprovechar sus tendencias demográficas y construir un futuro resiliente y adaptado al clima, posicionándose como un actor clave en la economía global.
Es hora de apreciar el enorme potencial de África para abordar retos globales como el cambio climático o la seguridad alimentaria y energética, insta la economista Rita Babihuga-Nsanze en esta entrevista que Núria Mas, profesora de Economía del IESE, le realizó durante la pasada Global Alumni Reunion de la escuela.
Con una trayectoria que incluye el Fondo Monetario Internacional, Moody’s Investors Service y Barclays Investment Bank en Londres, Babihuga-Nsanze se incorporó, en 2019, a Africa Finance Corporation (AFC), una institución financiera panafricana que realiza inversiones público-privadas en proyectos de infraestructuras de todo el continente.
En su conversación con Mas, analiza desde las perspectivas económicas globales hasta cómo la IA podría servir para estimular el desarrollo y construir un futuro más resiliente al cambio climático.
Núria Mas: ¿Cómo ve el momento económico actual? ¿Qué impacto tendrá Trump 2.0 en el mundo y, en particular, en África?
Rita Babihuga-Nsanze: Más que en el impacto cíclico de lo que la nueva Administración de Trump podría o no hacer, deberíamos centrarnos en los cambios estructurales que se están produciendo en la economía global. Visto lo que Trump hizo en su anterior mandato, ya podemos imaginarnos qué va a hacer. Sus políticas son bastante radicales –aranceles, desregulación, deportaciones masivas–, pero conocidas. De hecho, ya se están estudiando y debatiendo los efectos que pueden tener en la economía de EE. UU. y, más ampliamente, en el mundo.
Desde el punto de vista africano, lo que más nos preocupa es cómo afectará a China, pues se encuentra en una posición difícil. Es probable que reciba un impacto directo, lo que generaría una disrupción en el comercio global. Ya estamos viendo cómo la desaceleración de su economía afecta a varios países africanos dependientes de las materias primas. Una desaceleración más profunda tendría enormes implicaciones, no solo para África, sino para otros mercados frontera y emergentes.
Un proceso de desapalancamiento, como el que sigue a una crisis inmobiliaria, lleva su tiempo. Japón tardó veinte años en estabilizar sus bancos y Estados Unidos y España, diez. China apenas ha iniciado este proceso, justo cuando necesita reenfocarse en la demanda doméstica e impulsar el consumo. Una crisis adicional de aranceles más altos y una disrupción del comercio global es, en mi opinión, en lo que deberíamos fijarnos en términos de impacto económico global.
NM: ¿Y el impacto de un dólar más fuerte?
RBN: Llevamos cinco años sintiéndolo. Ha provocado una crisis de endeudamiento que trasciende África, pues muchos países se han endeudado en la última década. Sin embargo, para las naciones africanas, estar excluidas de los mercados financieros globales y afrontar condiciones crediticias más duras supone un riesgo excepcional para la deuda soberana. Esto limita la capacidad del sector público de impulsar la economía y proporcionar el desarrollo necesario a largo plazo.
Cómo aprovechar los dividendos demográficos
NM: Hablemos de demografía. Según las proyecciones, la población disminuirá en muchas regiones, salvo en África. ¿Es una oportunidad para el continente?
RBN: Se espera que una cuarta parte de la población mundial viva en África en 2050. Esto plantea un desafío de crecimiento inclusivo: cómo generar empleo y minimizar los efectos adversos potencialmente disruptivos, especialmente para Europa, el continente más cercano.
En los últimos 50 años, el epicentro del crecimiento se ha ido trasladando a Oriente, en gran medida a China. Pero los retos estructurales, como el envejecimiento de la población, hace inevitable una desaceleración del crecimiento chino, lo que desplazará el epicentro a África. Con recursos naturales y una población en aumento, África será el nuevo centro del crecimiento global, frente a las limitaciones demográficas de muchos países avanzados y de renta media.
No pocos países africanos están experimentando lo que denominaría un “crecimiento automático”, es decir, cierto nivel de expansión económica sin grandes reformas [similar a lo que ocurre en India] ni inversiones de capital. Las tendencias demográficas cada vez más favorables afianzarán aún más este crecimiento y, cuando se materialicen, una gran parte del mundo habrá dejado de crecer.
De ahí que la pregunta sea cómo lograr que estos países aprovechen sus dividendos demográficos maximizando el impacto de su fuerza laboral. El sector público debe invertir más en el desarrollo de las capacidades humanas y la formación, para que los gobiernos puedan sacar el máximo partido de su dividendo demográfico en el futuro.
Oportunidades de la IA
NM: ¿Puede la IA maximizar ese potencial?
RBN: Depende. Antes se esperaba que, a medida que China ascendiera en la escala de desarrollo, gran parte de la industria ligera, intensiva en trabajo, se trasladaría a África. De hecho, así ha ocurrido en Etiopía, con una elevada población, tasas de alfabetización relativamente altas y abundancia de terreno. Además, ha construido polígonos industriales y aplicado políticas para atraer parte de esa base manufacturera.
Pero existe el riesgo de que la IA disrumpa esa transferencia. Por ejemplo, China ya automatiza gran parte de la fabricación textil. Todo, desde cortar, hilar, tejer y tricotar hasta el control de calidad, puede hacerlo mejor las máquinas que los humanos. Si la IA puede aumentar la productividad y producción, la pregunta clave –y el riesgo para los países africanos que dependen de este tipo de transferencia para absorber su futura fuerza laboral– es: si las empresas pueden invertir en una mayor automatización impulsada por la IA para ser más eficientes y productivas, ¿por qué van a trasladar la producción a un país donde los costes laborales no son necesariamente más bajos?
NM: ¿Se observa ya una disrupción de este tipo causada por la IA?
RBN: Aún no. Lo que sí vemos es que los países africanos, al no poder competir en salarios como hizo China, intentan diferenciarse en sostenibilidad. Los consumidores occidentales, cada vez más cansados de la moda rápida, buscan un consumo textil más sostenible, lo que abre oportunidades para algunos países africanos.
Una de las razones por las que puede ser difícil impedir la transferencia de la fabricación ligera, de la que hablaba antes, es lo que ha ocurrido con las cadenas de suministro global, sobre todo desde la COVID-19 y las guerras comerciales de la primera Administración Trump. La demanda de cadenas de suministro más diversificadas ha crecido para aumentar resiliencia y atender a cuestiones de seguridad nacional. Los países africanos son conscientes de estas tendencias, y algunos han tratado de posicionarse como alternativas manufactureras a China. Por tanto, los posibles efectos disruptivos de la IA deben analizarse en este contexto.
Independientemente de si parte de la fabricación se transfiere desde China o no, lo importante es qué ocurrirá con la automatización: ¿desplazará los empleos de la industria manufacturera que África necesita para absorber su población activa? Los estudios muestran que, en muchos sectores, la automatización no provoca necesariamente más paro, ya que los trabajadores desplazados por esta razón pueden reubicarse en actividades más productivas. Aún es pronto para saber si la IA tendrá un impacto negativo en el empleo.
NM: ¿Qué países africanos han sacado más partido de las tecnologías digitales?
RBN: El caso de Kenia ha sido transformador con M-Pesa [un servicio de transferencias, pagos y microfinanciación a través del teléfono móvil]. El contexto es clave: el potencial de la IA depende de la disponibilidad de datos para alimentar y entrenar las máquinas, así como de la interoperabilidad de los sistemas y del entorno regulatorio. En partes de África occidental, donde el dominio de la banca tradicional es mayor, también se ha avanzado mucho hacia ecosistemas fintech que van más allá de los servicios financieros móviles, incluyendo infraestructuras de pago digital y servicios a los comercios. Algunos países que han apostado por reformas, como Ruanda, muestran gran interés en una transformación tecnológica más amplia, que abarque más sectores. Curiosamente, el interés por la innovación y la creatividad suele ser mayor en los países con menos recursos naturales o materias primas.
NM: ¿Qué oportunidades ven para la IA?
RBN: La IA ya se usa para muchas cosas, desde predecir patrones climáticos y ayudar a los agricultores a optimizar la siembra hasta prever brotes de malaria, lo que permite distribuir de forma más eficiente los recursos limitados y obtener mejores resultados sanitarios.
Sin embargo, su potencial para una institución como AFC va más allá de mejorar procesos y aumentar eficiencia. ¿Y si pudiéramos aprovecharla a una escala mucho mayor? Por ejemplo, para guiarnos en inversiones que no solo resuelvan algunos de los retos más complejos de África, sino que también impulsen una transformación económica estructural. Ahí es donde está la verdadera frontera.
Si la IA es tan poderosa como promete, ¿puede usar todo lo que ha aprendido sobre los ciclos de expansión y contracción de Asia y Latinoamérica para ayudarnos a identificar y priorizar la mejor estrategia de desarrollo adaptada al contexto africano? En eso radica su verdadero poder transformador. Aunque es valiosa para optimizar las tareas actuales, la gran revolución está en usarla para diseñar e implementar enfoques completamente nuevos.
Desarrollo resiliente al clima
NM: África es una de las regiones más vulnerables al cambio climático. ¿Cómo podría ayudar la IA a idear soluciones sostenibles?
RBN: AFC desarrolla activos de infraestructura en sectores críticos, como la energía, el transporte, la logística, la infraestructura digital y la industria pesada, que son fundamentales para la productividad de cualquier país. Sin embargo, somos conscientes de que no podemos desarrollarlos eficazmente sin abordar el mayor desafío de nuestro tiempo: el cambio climático.
Los estudios indican que África aún necesita construir dos tercios de su infraestructura energética, logística y de transporte. Esto representa una oportunidad –y responsabilidad– única para diseñar infraestructuras resilientes frente a escenarios climáticos futuros. ¿De qué sirve construir una carretera si una riada arrasará con ella dentro de cinco años? Todos los proyectos que emprendemos en sectores críticos deben ser resilientes al clima.
Si hablamos de un puerto, debemos diseñarlo basándonos en proyecciones climáticas para los próximos 50 o 100 años con el fin de garantizar su resiliencia. Este enfoque se aplica también a las infraestructuras existentes. Dado lo limitado de sus recursos, África no puede permitirse perder ciudades, puentes y otras infraestructuras vitales como consecuencia de los fenómenos climáticos. Integramos la resiliencia en todo lo que construimos y mantenemos para proteger nuestras inversiones y garantizar un desarrollo sostenible en el continente.
NM: ¿De dónde sale el capital para estos proyectos de desarrollo tan ambiciosos?
RBN: El capital proviene de la propia África. AFC es una institución de financiación íntegramente africana dedicada a crear soluciones para los retos de desarrollo del continente. Aunque aceptamos inversiones extranjeras, la mayor parte de nuestro capital procede de fuentes públicas y privadas del continente. Se calcula que en África hay un excedente de ahorro de entre dos y cuatro billones de dólares en manos de fondos soberanos, pensiones, seguros y reservas de los bancos centrales. Gran parte de este capital, no obstante, está invertido fuera de África, a menudo en activos de bajo rendimiento. Esta cifra seguramente no representa el verdadero potencial del capital africano, dada la importancia de la economía informal en el continente, donde gran parte de la riqueza sigue sin explotarse ni canalizarse hacia el desarrollo a largo plazo.
Si analizamos la trayectoria de desarrollo de otras regiones –como China y el sudeste asiático–, aparece un rasgo común: primero miraron hacia dentro y construyeron la infraestructura financiera necesaria para movilizar el ahorro local e impulsar la inversión doméstica. En África, con una población en crecimiento y predominantemente joven, la inversión en infraestructuras es un activo clave, sobre todo para los fondos públicos de pensiones, que buscan una mayor alineación con las oportunidades de crecimiento a largo plazo.
En AFC nos fijamos un objetivo de captación de capital de unos mil millones de dólares cada cinco años y lo cumplimos casi en su totalidad en África. Esto refleja el potencial sin explotar del capital del continente. Creemos que en el futuro aún habrá más oportunidades
+ INFO: los miembros de la Asociación de Alumni del IESE pueden ver esta entrevista al completo en alumni.iese.edu
PARA SABER MÁS: Sameh Shenouda, consejero ejecutivo y director de inversiones de Africa Finance Corporation, habla con el profesor del IESE Ahmad Rahnema Alavi sobre los proyectos transformadores de AFC en el report “Da el salto. Lecciones de África para aplicar en tu empresa”, publicado en el número 167 de IESE Business School Insight.
Esta entrevista se publica en la revista IESE Business School Insight 169 (en.-abr. 2025).